Psicología,

¿Puede su hijo ser demasiado religioso?

mayo 17, 2013 Uchutenshi 0 Comments


     En un reciente artículo de la revista Time, se entrega una visión acerca de los daños que podría causar la religiosidad: La religión puede ser una fuente de consuelo que mejora el bienestar. Sin embargo, algunos tipos de religiosidad podrían ser señal de problemas más profundos en la salud mental.

     Al ver a sus hijos orar con mayor entusiasmo que, por ejemplo, jugar vídeojuegos, la mayoría de los padres gritarían: «¡Aleluya!», o cualquiera que sea su expresión de alegría. La investigación muestra que la religión puede ser una fuerza positiva en la vida de los niños, al igual que lo puede ser para los adultos. «La religión» dice Bill Hathaway, un psicólogo clínico de la religión y Decano de la Facultad de Psicología y Consejería en la Universidad Regent«tiene que ver con que el niño tenga un mayor sentido de autoestima, un mejor ajuste académico y menores tasas de abuso de sustancias y comportamiento delictivo o criminal.» Así que si su niño está inmerso en las escrituras después de la escuela y ora con regularidad durante todo el día, puede dar un suspiro de alivio. Es un buen chico. Mi hijo está bien.
     O tal vez no… La devoción de su hijo puede ser algo grande, desaforado, sin embargo; hay algunos niños cuyos ritos religiosos necesitan una mirada más profunda. Para estos niños, una práctica excesiva de su fe familiar o incluso de otra fe, puede ser signo de un problema de salud mental subyacente, es decir; un mecanismo de defensa para lidiar con el trauma o el estrés sin dirección.

     Los terapeutas privados informan que están viendo a niños y adolescentes a través de una variedad de creencias religiosas cuya práctica puede ser problemática. La cantidad de tiempo que dedican a la oración, o a otros actos de la práctica espiritual, no es tan importantedicen, como la calidad de esta devoción, y si esta ayuda a los niños o en su lugar los aísla y debilita, su trabajo escolar relaciones se verán minadas. Los niños con trastorno obsesivo-compulsivo (TOC), por ejemplo, pueden repetir rígidamente versos sagrados, como el Ave María, o centrarse en otros rituales fuera de su fe, no por un sentido de religiosidad, sino por una expresión de su trastorno. «Parece positivo, pero podría ser negativo», comenta Stephanie Mihalas, profesora y psicóloga clínica con licencia de la UCLA.

     Tal comportamiento ritualista —comenta— también puede reflejar la manera de un niño de hacer frente a la ansiedad, y en realidad no podría ser más espiritual que el lavado de manos fanático o el temor a caminar sobre grietas en la calle. «Estos niños temen que si no obedecen sus reglas religiosas perfectamente explica Carole Lierberman, MD, una psiquiatra de Beverly Hills, Dios les castigará.»

     Algunos niños sufren de escrupulosidad, una forma del TOC que implica un sentimiento de culpa y vergüenza. Las víctimas se preocupan obsesivamente de que han cometido blasfemia, han sido impuros o han pecado de otra manera. Ellos tienden a concentrarse en ciertas reglas o rituales en lugar de en la totalidad de su fe. Se preocupan de que Dios no los perdonara. Y esto puede señalar el inicio de algún tipo de depresión o ansiedad, comenta John Duffy; psicólogo clínico del área de Chicago que se especializa en adolescentes. «Los niños que han cometido ‘errores’ con el sexo o el consumo de drogas, pueden tener dificultad para perdonarse a sí mismos.»

     Tal meticulosidad con las prácticas religiosas no parece tan dañina, pero los comportamientos extremos, como los delirios o alucinaciones pueden ser un signo de enfermedad mental grave. Ver y escuchar cosas que no están allí, puede ser síntoma de un trastorno maníaco-depresivo, o esquizofrenia de inicio temprano. Sin embargo los padres pueden estar menos en sintonía con tal comportamiento poco saludable cuando se produce bajo el pretexto de la fe.

     No es inusual que los niños en cuyas familias exista discordia marital, disciplina dura, en donde abuso y la adicción estén presentes; realicen rituales de protección. Si saben que sus padres aprueban la religión comenta Lieberman«Procuran ser niños buenos y permanecer por debajo del radar del caos de la familia, o de la rabia de los padres.» O como Mihalas ha señalado, algunos niños incluso empujan a sus ya practicantes padres a ser aún más estrictos, esto por temor a que la catástrofe los golpee.

     ¿Cuándo levanta estas banderas rojas la religiosidad? La prueba fundamental se centra en cómo los niños están funcionando en el resto de sus vidas. ¿Están haciéndolo bien en el colegio, practican deportes o música, se socializan con amigos? Si es así, entonces su fe es probablemente una fuente de fortaleza y capacidad de recuperación. Si por el contrario, parece que las prácticas religiosas y rituales pueden haberse adueñado de su vida cotidiana, y desplazado sus actividades normales, los expertos sugieren tomar medidas para comprender lo que está provocando su obsesión en la fe.

     Fuente: Time

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