Budismo,
Cierto día, un maestro se encontraba dando una conferencia a un grupo de discípulos. Para dejar en claro un punto utilizó un ejemplo que jamás olvidarán.
El maestro se encontraba de pie frente a su auditorio y señaló:
—Quisiera hacerles un pequeño examen ...
Por debajo de la mesa sacó un jarrón de vidrio de boca ancha y lo puso sobre la misma. Posteriormente sacó una docena de rocas del tamaño de un puño y comenzó a colocarlas una por una en el jarrón. Cuando el jarrón se encontraba lleno, y no podía colocar más piedras sobre el, preguntó al auditorio:
—¿Está lleno el jarrón?— Al unisono respondieron «¡Si!»
A lo que el maestro inquirió: —¿Están seguros?—, sacó por debajo de la mesa un balde con piedras pequeñas. Depositó un poco de las piedras en el jarrón y lo movió haciendo que las piedras pequeñas se acomodasen en el espacio vacío entre las grandes. Cuando hubo hecho esto preguntó una vez más: —¿Está lleno este jarrón?—, Esta vez el auditorio ya suponía lo que vendría y uno de los asistentes dijo en voz alta: «¡Probablemente no!»
Muy bien, contestó el maestro. Sacó por debajo de la mesa un balde lleno de arena y la comenzó a depositar en el jarrón. La arena se acomodó en el espacio entre las piedras grandes y las pequeñas. Una vez más preguntó al grupo: —¿Está lleno este jarrón?— Esta vez respondieron: «¡No!.»
Una vez más el maestro dijo: ¡Muy bien!, luego sacó de debajo de la mesa una jarra llena de agua y la depositó en el jarrón hasta llenarlo al borde. Cuando terminó, miró al auditorio y preguntó: —¿Cuál creen que es la enseñanza de esta demostración?—. Uno de los discípulos levantó la mano y señaló:
—La enseñanza es que no importa que tan llena de actividades este tu vida, si de verdad lo intentas, siempre podrás incluir más cosas—. ¡No!, replicó el maestro, esa no es la enseñanza. Lo que ésta demostración nos enseñó fue lo siguiente:
Si no pones las piedras grandes primero, no podrás ponerlas en ningún otro momento. ¿Cuáles son las piedras grandes en tu vida?, ¿un proyecto que tú deseas hacer funcionar?, ¿tiempo con tu familia?, ¿tu fe, tu educación o tus finanzas?, ¿alguna causa que desees apoyar?, ¿enseñar lo que sabes a otros? Recuerda poner estas piedras grandes primero o no encontrarás un lugar para ellas. Así que hoy en la noche o mañana al despertar, cuando te acuerdes de esta pequeña anécdota, pregúntate a ti mismo: ¿Cuáles son las piedras grandes en mi fe, mi vida, mi familia o mi negocio? luego coloca esas piedras en el jarrón.
Las grandes piedras
Cierto día, un maestro se encontraba dando una conferencia a un grupo de discípulos. Para dejar en claro un punto utilizó un ejemplo que jamás olvidarán.
El maestro se encontraba de pie frente a su auditorio y señaló:
—Quisiera hacerles un pequeño examen ...
Por debajo de la mesa sacó un jarrón de vidrio de boca ancha y lo puso sobre la misma. Posteriormente sacó una docena de rocas del tamaño de un puño y comenzó a colocarlas una por una en el jarrón. Cuando el jarrón se encontraba lleno, y no podía colocar más piedras sobre el, preguntó al auditorio:
—¿Está lleno el jarrón?— Al unisono respondieron «¡Si!»
A lo que el maestro inquirió: —¿Están seguros?—, sacó por debajo de la mesa un balde con piedras pequeñas. Depositó un poco de las piedras en el jarrón y lo movió haciendo que las piedras pequeñas se acomodasen en el espacio vacío entre las grandes. Cuando hubo hecho esto preguntó una vez más: —¿Está lleno este jarrón?—, Esta vez el auditorio ya suponía lo que vendría y uno de los asistentes dijo en voz alta: «¡Probablemente no!»
Muy bien, contestó el maestro. Sacó por debajo de la mesa un balde lleno de arena y la comenzó a depositar en el jarrón. La arena se acomodó en el espacio entre las piedras grandes y las pequeñas. Una vez más preguntó al grupo: —¿Está lleno este jarrón?— Esta vez respondieron: «¡No!.»
Una vez más el maestro dijo: ¡Muy bien!, luego sacó de debajo de la mesa una jarra llena de agua y la depositó en el jarrón hasta llenarlo al borde. Cuando terminó, miró al auditorio y preguntó: —¿Cuál creen que es la enseñanza de esta demostración?—. Uno de los discípulos levantó la mano y señaló:
—La enseñanza es que no importa que tan llena de actividades este tu vida, si de verdad lo intentas, siempre podrás incluir más cosas—. ¡No!, replicó el maestro, esa no es la enseñanza. Lo que ésta demostración nos enseñó fue lo siguiente:
Si no pones las piedras grandes primero, no podrás ponerlas en ningún otro momento. ¿Cuáles son las piedras grandes en tu vida?, ¿un proyecto que tú deseas hacer funcionar?, ¿tiempo con tu familia?, ¿tu fe, tu educación o tus finanzas?, ¿alguna causa que desees apoyar?, ¿enseñar lo que sabes a otros? Recuerda poner estas piedras grandes primero o no encontrarás un lugar para ellas. Así que hoy en la noche o mañana al despertar, cuando te acuerdes de esta pequeña anécdota, pregúntate a ti mismo: ¿Cuáles son las piedras grandes en mi fe, mi vida, mi familia o mi negocio? luego coloca esas piedras en el jarrón.
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