Lewis Carroll,

Los dos relojes de Carroll

octubre 30, 2014 Uchutenshi 0 Comments




¿Qué es mejor, un reloj que está a la hora una vez al año o, uno que lo está dos veces al día?

     «El segundo», respondes «incuestionablemente». Muy bien, ahora atiende.

     Tengo dos relojes: uno no anda en absoluto y el otro se atrasa un minuto al día, ¿cuál preferirías? «El que se atrasa», contestas «sin duda alguna». Ahora observa; el que se atrasa un minuto al día tiene que perder doce horas, o setecientos veinte minutos antes de que esté de nuevo en punto; por consecuencia, sólo está a la hora una vez cada dos años, mientras que el otro lo está evidentemente, tantas veces cuantas vuelva la hora que él indica; lo que ocurre dos veces al día. Así que te has contradicho una vez.

     —¡Ah!, pero —dices— ¿de qué sirve que sea puntual dos veces al día, si no puedo saber a qué hora lo soy?

     Vale, supongamos que el reloj marca las ocho en punto, ¿no ves acaso que el reloj estará a la hora cuando dan las ocho en punto? En consecuencia, cuando sean las ocho en punto, tu reloj estará a la hora.

     «Sí, eso lo veo», respondes. Muy bien, entonces te has contradicho dos veces; ahora sal del aprieto lo mejor que sepas y, no te contradigas otra vez si puedes evitarlo. Podría ser que siguieras preguntando: «¿Y cómo voy a saber cuándo son las ocho en punto? Mi reloj no va a decírmelo».

     Ten paciencia, tú sabes que cuando sean las ocho en punto tu reloj estará a la hora, muy bien, ésta es tu regla: mantén tus ojos fijos en el reloj y, en el momento preciso en que esté a la hora serán las ocho en punto.

      «Pero». Dirás, sin embargo, con eso habrá de bastar; mientras más arguyas, más irás alejándote del punto, así que será mejor que paremos.




Imagen de Mª Ángeles Gavira

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