Filosofía,

La fenomenología del espíritu de Hegel (fragmento).

octubre 29, 2016 Uchutenshi 1 Comments



Esto es lo que sucede cuando Un Gran Oscuro habla sobre El Gran Oscuro.

RESUMEN.
Advertencia, el siguiente contenido puede causar trastornos neurológicos al sistema nervioso central y periférico. Se han reportado casos de ictus, vértigo, insomnio y trastornos del ritmo circadiano. Se recomienda discreción.

ABSTRACT.
Warning, the following content can cause neurological disorders to the central and peripheral nervous system. There have been reports of stroke, dizziness, insomnia and circadian rhythm disorders. Reader discretion is advised.

Martin Heidegger, La fenomenología del espíritu de Hegel (fragmento).

Consideración preliminar.

La «Fenomenología del Espíritu» quiere ser comprendida por nosotros, esto es, estar en nosotros de una manera realmente efectiva en tanto ciencia, tomando tal palabra con la significación de la ciencia que es el sistema mismo como saber absoluto. Este debe llegar a sí mismo. Por eso el final de la obra lo configura esa breve sección DD, cuyo encabezamiento es: «El saber absoluto». Si solo al final el saber absoluto es de una manera total él mismo, saber que sabe, y si es esto al devenir tal, en tanto llega a sí mismo, pero solo llega a sí mismo en tanto el saber se deviene otro, entonces en el inicio de su andadura hacia sí mismo, todavía no debe estar en y consigo mismo. Todavía debe ser otro y, es más, incluso sin todavía haber devenido otro. El saber absoluto debe ser otro al inicio de la experiencia que la conciencia hace consigo, experiencia que, más aún, no es otra que el movimiento, la historia donde acontece el llegar-a-sí-mismo en el devenir-se-otro.

    Al inicio de su historia, el saber absoluto debe ser otro que al final. Ciertamente, pero esa alteridad no quiere decir que en el inicio el saber en modo alguno todavía no fuese saber absoluto. Bien al contrario, justamente en el inicio ya es saber absoluto, pero saber absoluto que todavía no ha llegado a sí mismo, que todavía no ha devenido otro, sino que solo es lo otro. Lo otro: él, el absoluto, es otro, es decir, es no absoluto, es relativo. El no-absoluto no es todavía absoluto. Pero este todavía-no es el todavía-no del absoluto, es decir, lo no-absoluto no es de alguna manera y a pesar de ello sino precisamente porque es absoluto, porque es no-absoluto: este no, en razón del cual lo absoluto puede ser relativo, pertenece al absoluto mismo, no es diferente de él, es decir, no yace a su lado, extinto y muerto. La palabra «no» en «no-absoluto» en modo alguno expresa algo que siendo presente para sí yaciese al lado del absoluto, sino que el no alude a un modo del absoluto.

    Así pues, si en su fenomenología el saber debe hacer consigo la experiencia en la que experimenta lo que no es y lo que justamente en ello es con él, entonces ello solo puede ser así si el saber mismo que hace (cumple) la experiencia, de alguna manera ya es saber absoluto.

    En esto radica algo decisivo para la posible claridad y seguridad en la posterior comprensión de la obra. Dicho de una manera negativa: de antemano nada comprendemos si ya desde el inicio no sabemos en el modo del saber absoluto. Ya desde el inicio debemos haber renunciado no solo en parte sino completamente a la actitud del sentido común y a todos los denominados criterios naturales, justamente para poder darnos cuenta y volver a cumplir cómo el saber relativo se rinde, llegando de verdad a sí mismo como saber absoluto. Nosotros —y es algo que se desprende de lo hasta aquí dicho— siempre tenemos que estar de antemano un paso más allá de lo que en cada ocasión es expuesto y cómo ello es expuesto, en particular respecto al paso que de momento debe ser dado por la exposición de lo expuesto. Pero para Hegel esta anticipación es posible porque se trata de una anticipación en la dirección del saber absoluto, el cual justamente ya desde el inicio es de una manera propiamente dicha el saber sapiente que cumple la Fenomenología.

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Heidegger, M. La fenomenología del espíritu de Hegel (1992). Madrid: Alianza Editorial.


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1 comentario:

  1. es cierto, estuve a punto de sufrir un ictus. Que horror, cuanta basura en un breve escrito!

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