Arte,
Una noche soñé que hacía un trato con el Diablo por mi alma. Todo vino a mi mandato; el insólito sirviente anticipaba cada uno de mis deseos. Me asaltó de pronto la idea de prestarle mi violín y ver lo que podía hacer con él.
Pero qué enorme fue mi asombro cuando le oí tocar con habilidad consumada una sonata de tan exquisita belleza que sobrepasaba el más audaz vuelo de mi imaginación. Me sentí arrebatado, transportado, encantado; mi aliento se suspendió; y desperté.
Tomando el violín, procuré retener los sonidos que había escuchado. Pero fue en vano. La pieza que compuse entonces, la Sonata del Diablo, aunque la mejor que jamás haya escrito, ¡qué lejos está de la que oí en mi sueño!
Giuseppe Tartini, Sonata in G Minor Devil's Tril
Una noche soñé que hacía un trato con el Diablo por mi alma. Todo vino a mi mandato; el insólito sirviente anticipaba cada uno de mis deseos. Me asaltó de pronto la idea de prestarle mi violín y ver lo que podía hacer con él.
Pero qué enorme fue mi asombro cuando le oí tocar con habilidad consumada una sonata de tan exquisita belleza que sobrepasaba el más audaz vuelo de mi imaginación. Me sentí arrebatado, transportado, encantado; mi aliento se suspendió; y desperté.
Tomando el violín, procuré retener los sonidos que había escuchado. Pero fue en vano. La pieza que compuse entonces, la Sonata del Diablo, aunque la mejor que jamás haya escrito, ¡qué lejos está de la que oí en mi sueño!
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