Budismo

Sutra del diamante (fragmento)

enero 25, 2013 Uchutenshi 0 Comments


     —Dime Subhuti, ¿un discípulo que comienza a cruzar la corriente se dirá a sí mismo,
soy merecedor de los honores y recompensas de uno que entra en la corriente?
     —No señor. Un verdadero uno que entra en la corriente no pensará en sí mismo como una entidad egótica separada que pueda ser digna de algo. Sólo se puede decir que verdaderamente ha entrado en la corriente aquel discípulo que no diferencia entre él mismo y los demás, que no toma en consideración nombre, forma, sonido, olor, gusto, tacto, o cualquier otra cualidad.

     —¿Un adepto que está sujeto únicamente a un renacimiento más, se dirá a sí mismo, soy merecedor de los honores y recompensas de uno que sólo va a renacer una vez?
     —No señor. Uno que sólo va a renacer una vez, es tan solo un nombre. No hay dejar de existir, tampoco comenzar a ser. Sólo se puede llamar adepto a alguien que haya comprendido esto.

     —¿Un venerable que no volverá a renacer como mortal se dirá a sí mismo, soy merecedor de los honores y recompensas de uno que no va a volver?
     —No, honorado por todo el mundo. Uno que no va a volver es tan solo un nombre.
No hay retorno ni no retorno.

     —Dime Subhuti, ¿se dirá un Buda a sí mismo, he alcanzado la iluminación perfecta?
     —No señor. No hay una iluminación perfecta que alcanzar. Señor, si un Buda perfectamente iluminado se dijera, así soy yo, estaría admitiendo una identidad individual, un yo y una personalidad independiente, y en tal caso no sería un Buda perfectamente iluminado.

     —¡Oh, honorado por todo el mundo! Ha declarado que yo, Subhuti, sobresalgo entre sus hombres santos en el conocimiento de la bienaventuranza del samadhi, en estar perfectamente contento en soledad, y en estar libre de pasiones. Pero no me digo, así soy yo, porque si alguna vez pensara en mí mismo de tal manera, no sería verdad que he escapado de la ilusión del ego. Sé que en realidad no existe Subhuti y que por lo tanto Subhuti no mora en alguna parte, que ni conoce ni ignora la bienaventuranza, que ni es libre ni es esclavo de las pasiones.

      —Dime Subhuti. ¿Posee el Tathagata el ojo humano?

     —Sí Señor, lo tiene. —¿Posee el Tathagata el ojo divino? —Sí Señor, lo tiene.

     —¿Posee el Tathagata el ojo espiritual? —Sí, honorado por todo el mundo.

     —¿Y posee el ojo de la sabiduría trascendental? —Sí Señor.

     —¿Y posee el Tathagata el ojo Búdico de la omnisciencia? —Sí Señor, lo tiene.

     —Subhuti, aunque hay incontables tierras Búdicas, e incontables seres de formaciones
mentales muy diferentes en esas tierras Búdicas, el Tathagata los comprende a todos con su mente que todo lo abarca. Pero en cuanto a sus formaciones mentales, simplemente se las llama mentales. Tales formaciones mentales no tienen existencia real. Subhuti, es imposible retener estados mentales pasados, imposible mantener estados mentales presentes, e imposible aprender estados mentales futuros, ya que en ninguna de sus actividades tiene la mente sustancia o existencia.





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Tao

A limine

enero 25, 2013 Uchutenshi 0 Comments


     No conozco nada y nada me preocupa, no veo diferencia entre si y no, no veo diferencia
entre bien y mal, no temo aquello que la gente teme en la noche.

     Alcanza un estado de inacción tal que sin hacer nada, nada queda sin hacer.
Lo blando vence a lo duro; lo que carece de forma penetra lo impenetrable;
hay valor en no actuar. Enseñando sin palabras, trabajando sin acción;
es algo que pocos pueden comprender.

      Y no considerarás las cosas como si fuesen contenedoras de cualidades intrínsecas,
ni como si estuviesen desprovistas de cualidades intrínsecas. Tampoco discriminarás
entre bien y mal. La discriminación entre conducta virtuosa y no virtuosa
debe utilizarse al igual que una balsa; una vez que lleva a uno que cruza
la corriente hasta la otra orilla, se abandona.

Así el cuadrado, perfeccionado, no tiene esquinas;
El arte, perfeccionado, no tiene sentido;
El sexo, perfeccionado, no tiene clímax;
La forma, perfeccionada, carece de forma.

     Los mayores secretos de la alquimia son el agua de la vitalidad, el fuego del espíritu
y la tierra de la atención. El agua de la vitalidad es la energía de la verdadera unidad
primordial. El fuego del espíritu es la iluminación. La tierra de la atención es la cámara
central, la mente celeste.




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Tao

El secreto de la Flor Dorada

enero 25, 2013 Uchutenshi 0 Comments


     La vía alquímica de "El secreto de la flor dorada" consiste en sublimar la mente original pura a partir de la mente consciente condicionada. Así el plomo es negro por fuera pero en su interior lleva una flor dorada...

     Primero habría que preparar la sustancia "amarilla misteriosa". Añadase una solución de rejalgar y una solución de alumbre. Tómese varias docenas de libras de sal gruesa Kansu, sal alcalina en bruto, alumbre, conchas de ostra (pulverizadas), arcilla roja, esteatita (pulverizada) y carbonato de plomo; y con esto hágase el Lodo Seis-Uno. Después de calentarlo durante treinta y seis días el elixir estará hecho, y cualquiera que lo tome de manera continua durante siete días se hará inmortal.
     Ahora bien, si este elixir se prepara en forma de píldoras con "grasa misteriosa" [bsüan kao] y se coloca sobre un fuego intenso, se convertirá en oro muy rápidamente. También se puede fabricar oro cogiendo 240 chu de este elixir y añadiéndole 100 kati de mercurio, y luego, al calentarlo, se convertirá en oro.

     Su aliento se esparce, su vida se acorta, el cuerpo muere y el alma parte; entonces el color pasa a ser un púrpura intenso, brillante y luminoso, se ha restablecido un elixir! Sólo la cantidad que cabe en la punta de un cuchillo demostrará ser bastante eficaz...





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Uchutenshi

Dualismo cuerpo y alma

enero 25, 2013 Uchutenshi 0 Comments


     Animula vagula blandula Hospes comesque corporis, Quae nunc abitis in loca Pallidula, rigida, nudula, Nee, ut soles, dabis iocos.

     Almita tierna y suave dulce compañera de mi cuerpo, descenderás algún día a aquellos pasajes pálidos, rígidos y desnudos, de donde no habrás de regresar a aquellos juegos de antaño.

     Palabras atribuidas a Caesar Trajanus Hadrianus Aug, expresa el dualismo cuerpo y alma, ante la proximidad inevitable a la muerte, así como una desaforada nostalgia del juego amoroso de dos amantes.


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Charles Baudelaire,

El extranjero (Le Spleen de Paris)

enero 25, 2013 Uchutenshi 0 Comments


—Dime, hombre, enigmático, ¿a quién amas tú más?
¿A tu padre, a tu madre, a tu hermana, a tu hermano?

 —Yo no tengo ni padre, ni madre, ni hermana, ni hermano.
 —¿A tus amigos? —Os servís de una palabra cuyo sentido desconozco hasta hoy.
 —¿A tu patria? —Ignoro bajo qué latitud está situada.
 —¿La belleza? —De buena gana la amaría, diosa e inmortal.
 —¿El oro? —Lo odio, como vosotros odiáis a Dios.
 ¿Pues qué es lo que amas, extraordinario extranjero?
 —¡Amo las nubes... las nubes que pasan... allá lejos... las maravillosas nubes!

Charles Baudelaire — Le Spleen de Paris

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Budismo,

En las manos del destino

enero 25, 2013 Uchutenshi 0 Comments


     Un gran general, llamado Nobunaga, había tomado la decisión de atacar al enemigo,
a pesar de que sus tropas fueran amplia-mente inferiores en número, él estaba seguro
que vencerían, sin embargo sus hombres no lo creían así. En el camino, Nobunaga se
detuvo delante de un santuario Shinto, y declaró a sus guerreros:

     —Les voy a orar a los kami, después lanzaré una moneda, si sale cara venceremos,
si sale cruz perderemos; estamos en las manos del destino.
Después de haber orado unos instantes, Nobunaga salió del templo y arrojó una
moneda, salió cara; la moral de las tropas se subió de golpe. Los guerreros, firmemente
convencidos de salir victoriosos, combatieron con una vehemencia tan extraordinaria que
ganaron la batalla rápidamente. Después de la victoria, las tropas del general afirmaron:

     —Nadie puede cambiar el destino, esta victoria inesperada es una nueva prueba.
     —¿Quién sabe? -respondió el general, al mismo tiempo que les mostraba una moneda
     —Las tropas quedaron absortas al ver que la moneda tenía cara en ambos lados.

Historia Zen, corrección: Arturo Espinosa.



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Budismo,

En busca del toro

enero 25, 2013 Uchutenshi 0 Comments


En los pastos de este mundo, aparto sin descanso las altas hierbas
en busca del toro. Siguiendo ríos sin nombre, perdido entre los
senderos entrelazados de distantes montañas, me falla la fuerza
y se agota mi vitalidad.

No puedo encontrar el toro.
En la noche sólo oigo el chirriar de los saltamontes en el bosque.

—El toro nunca se ha perdido ¿Qué necesidad hay de buscarlo?
No logro encontrarlo porque me he alejado de mi verdadero ser.
En la confusión de los sentidos he perdido incluso su pista.
Lejos de mi hogar, veo muchas encrucijadas, pero ignoro el camino.
Me enredo entre la codicia y el miedo, la bondad y la maldad.

Cuento Zen


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Poesía,

Opinión sobre la pornografía "Gente en el puente". Wislawa Szimborska

enero 25, 2013 Uchutenshi 0 Comments


No hay peor lujuria que pensar
Es pura lascivia que se propaga cual hierbajo anemófilo
Por los parterres reservados a las margaritas.

Nada hay sagrado para quienes piensan.
Con descaro llaman a las cosas por su nombre,
elaboran análisis disipados y síntesis concupiscentes,
se entregan a la salvaje y libertina persecución de la verdad desnuda,
al toqueteo libidinoso y temas delicados,
al roce de opiniones. Y se quedan tan anchos.

A la luz del día o al abrigo de la noche,
Se juntan en parejas triángulos y circúlos.
No importan sexo ni edad de los integrantes.
Les brillan los ojos, les arden las mejillas.
El amigo pervierte al amigo.
Hijas depravadas corrompoen a sus padres.
El hermano celestinea con su hermana menor.

Les apetecen otros frutos,
los del árbol prohibido de la ciencia,
y no las nalgas rosadas de las revistas en color,
ni la pornografía al uso, ingenua en el fondo.
Les divierten los libros sin estampas,
con único interés: ciertas frases
subrayadas a uña o lápiz rojo.

¡Qué espanto! ¡En qué posturas,
y con qué escabrosa simplicidad
se deja una mente fecundar por otra!
No constan ni el mismísimo Kamasutra.

En estas citas sólo el té está caliente.
La gente se sienta, mueve los labios.
Cruza las piernas, pero cada cual las propias.
Así, un pie descansa en el suelo,
y el otro, el libre, columpia en el aire.
Sólo de vez en cuando alguien se levanta,
se acerca a la ventana
y por una rendija de la persiana
fisga la calle.

Wislawa Szimborska

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Budismo

¿Qué es ser budista?

enero 25, 2013 Uchutenshi 0 Comments


     En reiteradas ocasiones se han preguntado ¿Qué es ser budista? Como es natural de suponer, se han hecho infinidad de afirmaciones un poco desafortunadas sobre el budismo, acusándolo de idealista, o de ser la metafísica oriental, etcétera. Incluso se termina reduciéndolo a una burda asociación de ideas yogis.
     Para muchas personas, ser budista es raparse la cabeza, comer vegetales, no ser violento, etcétera. Suponer eso, es caer en clichés de ligero mal gusto. El budismo no es una religión, sino por el contrario, una filosofía nihilista, y todo se resume en cuatro máximas:

1- Todas las cosas compuestas son impermanentes.
2- Todas las emociones son sufrimiento.
3- Todas las cosas carecen de existencia inherente.
4- Nirvana está más allá de los conceptos.

      Esto es lo que los budistas llaman correcta visión, no es necesario que seas budista para compartir estos axiomas.

     Dogen Zenji sentencio:

     «El cuerpo no es el yo; la vida va junto con el tiempo y nunca se detiene ni por un momento».

     En el Sho-do-ka (El canto de la iluminación), escrito por el maestro Yoka-Daishi, se encuentra el siguiente aforismo: «Todas las cosas son transitorias y completamente vacías.»

     Esta ilusión sobre el ego, no es más que el resultado del presunto desarrollo de la conciencia humana. Cuando las presuntas entidades se toman así mismas como algo concreto y particular, es cuando comienza esta idea hiperbólica del yo. Así, engañados, no tenemos la visión suficiente para penetrar en la realidad en sí, más allá del yo; del sujeto cognoscente.

Cualquiera que comparta estas máximas,
independientemente de las enseñanzas
del Tathagata, aún cuando nunca haya
escuchado su nombre, puede considerarse
que está en el mismo camino que él.   


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Budismo,

El viejo mendigo

enero 24, 2013 Uchutenshi 0 Comments


     Siendo roca, siendo gas, siendo niebla, siendo mente, siendo los mesones que viajan entre las galaxias a la velocidad de la luz, haz venido aquí, mi amado te has manifestado como árboles, como pasto, como mariposas, como seres unicelulares, como crisantemos, pero los ojos con que me miraste esta mañana me dicen que nunca has muerto.

Thich Nhat Hanh. El viejo mendigo.

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Budismo,

El pequeño Toyo

enero 24, 2013 Uchutenshi 0 Comments


     El maestro del templo de Kennin era Mokurai, Trueno Silencioso. Tenía un pequeño protegido, llamado Toyo, de sólo doce años. Toyo veía a los discípulos mayores visitar al maestro en su aposento a la mañana y a la tarde para recibir el zazen, o instrucción de guía personal, en que se les daba un koan para detener el vagabundeo de la mente. Toyo quiso también hacer zazen.

     —Espera un poco —le dijo Mokurai—; eres demasiado joven.

     Pero el muchacho insistía, de modo que el maestro finalmente consintió. Al atardecer, el pequeño Toyo acudió, en el momento debido, al umbral del recinto donde Mokurai impartía el zazen. Batió el gong para anunciar su presencia, hizo tres reverencias respetuosas antes de entrar, y fue a sentarse ante el maestro en respetuoso silencio.

     —Cuando bates palmas —dijo Mokurai— escuchas el sonido de ambas manos. Ahora enséñame el sonido de una mano.

     Toyo se inclinó y fue a su habitación para considerar el problema. Desde su ventana escuchaba música de geishas.

     —¡Ah, ya lo tengo!— exclamó.

     Al atardecer siguiente, cuando el maestro le pidió que le enseñara el sonido de una mano, Toyo empezó a ejecutar esa música.

     —No, no —dijo Mokurai. Así no va. Ese no es el sonido de una mano. No lo has entendido aún.

     Estimando que la música podía interrumpir sus meditaciones, Toyo se trasladó a una habitación más tranquila. Se puso de nuevo a meditar:

     —¿Cuál puede ser el sonido de una mano?— De pronto oyó agua que goteaba. —Ya lo tengo—. La próxima vez que compareció ante el maestro, Toyo imitó el sonido de agua que gotea.
     —¿Eso qué es?— preguntó Mokurai. —Es el sonido de una gota de agua, pero no el de una mano—.

     En vano Toyo persistió en meditar para escuchar el sonido de una mano. Oyó el suspiro del viento. Pero también este sonido le fue rechazado. Oyó el chillido de un búho. Mismo rechazo. El sonido de una mano tampoco era el de las langostas. Más de diez veces Toyo visitó a Mokurai con diferentes sonidos. Ninguno era el acertado. Durante casi un año caviló sobre cuál podía ser el sonido de una sola mano. Por último, el pequeño Toyo entró en la verdadera meditación y trascendió todo sonido.

     —Ya no podía encontrar más qué juntar —explicó más tarde—, de modo que alcancé el sonido insonoro. Así había realizado Toyo el sonido de una mano.


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Budismo,

Persiguiendo conejos

enero 24, 2013 Uchutenshi 0 Comments


     Un estudiante de artes marciales se aproximó el maestro con una pregunta.

      —Quisiera mejorar mi conocimiento de las  artes marciales. Además de aprender contigo quisiera aprender con otro maestro para aprender otro estilo. ¿Que piensas de esta idea?

      El cazador que persigue dos conejos —respondió el maestro—, no atrapa ninguno.


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Budismo,

Las grandes piedras

enero 24, 2013 Uchutenshi 0 Comments


     Cierto día, un maestro se encontraba dando una conferencia a un grupo de discípulos. Para dejar en claro un punto utilizó un ejemplo que jamás olvidarán.

     El maestro se encontraba de pie frente a su auditorio y señaló:

     —Quisiera hacerles un pequeño examen ...

     Por debajo de la mesa sacó un jarrón de vidrio de boca ancha y lo puso sobre la misma. Posteriormente sacó una docena de rocas del tamaño de un puño y comenzó a colocarlas una por una en el jarrón. Cuando el jarrón se encontraba lleno, y no podía colocar más piedras sobre el, preguntó al auditorio:

     —¿Está lleno el jarrón?— Al unisono respondieron «¡Si!»
     A lo que el maestro inquirió: —¿Están seguros?—, sacó por debajo de la mesa un balde con piedras pequeñas. Depositó un poco de las piedras en el jarrón y lo movió haciendo que las piedras pequeñas se acomodasen en el espacio vacío entre las grandes. Cuando hubo hecho esto preguntó una vez más: —¿Está lleno este jarrón?—, Esta vez el auditorio ya suponía lo que vendría y uno de los asistentes dijo en voz alta: «¡Probablemente no!»

     Muy bien, contestó el maestro. Sacó por debajo de la mesa un balde lleno de arena y la comenzó a depositar en el jarrón. La arena se acomodó en el espacio entre las piedras grandes y las pequeñas. Una vez más preguntó al grupo: —¿Está lleno este jarrón?— Esta vez respondieron: «¡No!.»

     Una vez más el maestro dijo: ¡Muy bien!, luego sacó de debajo de la mesa una jarra llena de agua y la depositó en el jarrón hasta llenarlo al  borde. Cuando terminó, miró al auditorio y preguntó: —¿Cuál creen que es la enseñanza de esta demostración?—. Uno de los discípulos levantó la mano y señaló:

     —La enseñanza es que no importa que tan llena de actividades este tu vida, si de verdad lo intentas, siempre podrás incluir más cosas—. ¡No!, replicó el maestro, esa no es la enseñanza. Lo que ésta demostración nos enseñó fue lo siguiente:

     Si no pones las piedras grandes primero, no podrás ponerlas en ningún otro momento. ¿Cuáles son las piedras grandes en tu vida?, ¿un proyecto que tú deseas hacer funcionar?, ¿tiempo con tu familia?, ¿tu fe, tu educación o tus finanzas?, ¿alguna causa que desees apoyar?, ¿enseñar lo que sabes a otros? Recuerda poner estas piedras grandes primero o no encontrarás un lugar para ellas. Así que hoy en la noche o mañana al despertar, cuando te acuerdes de esta pequeña anécdota, pregúntate a ti mismo: ¿Cuáles son las piedras grandes en mi fe, mi vida, mi familia o mi negocio? luego coloca esas piedras en el jarrón.


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Budismo,

Una taza de té

enero 24, 2013 Uchutenshi 0 Comments


     Nan-in, un maestro Japonés de la era Meiji (1868-1912), recibió la visita de un profesor de universidad, el cual quería informarse sobre el Zen.
     Nan-in le sirvió te. Lleno la taza de su visita hasta el borde, y siguió vertiendo mas te. El profesor observo como el te llenaba la taza y se derramaba sobre la mesa hasta que no puedo aguantarse mas:

     —¡Esta rebosando! ¡No cabe nada mas!

     Al igual que esta taza —señaló Nan-in—, usted esta lleno de sus propias opiniones e ideas. ¿Como le voy a enseñar Zen si no vacía primero su taza?.


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