Filosofía,
Sobre el lenguaje
Lo primero que señalaría es la existencia de un elemento arbitrario en la elección de una palabra; por ejemplo, llamamos «ratones» a ciertos animales, pero la palabra «ratón» también podría ser adecuada para cualquier otro animal, ya que podría denotar algo distinto y los ratones hubiesen tenido otro nombre (y, de hecho, lo tienen en otros idiomas). Por lo tanto, el significado que transmite una palabra tiene que ser el resultado de algún acuerdo humano. Sobre la naturaleza de dicho acuerdo subrayo algunos.
Las teorías agustinianas afirman que las palabras son etiquetas para la colección privada de ideas que cada uno tiene. Wittgenstein sostiene que el significado de una palabra viene determinado por su uso, de modo que la comprensión es una habilidad para emplear la palabra. Por otro lado, los defensores de teorías causales mantienen que las palabras significan lo que significan porque los hablantes están motivados a pronunciarlas cuando tienen ante sí los distintos objetos.
Según las teorías lockeanas, no existen certezas absolutas respecto al significado de una palabra, sólo existen certezas relativas a lo que significan para cada individuo. Efectivamente, cada humanito tiene su idiolecto, y únicamente quieren decir lo mismo cuando, por ejemplo, pronuncian «Roma», dado que sus idiolectos coinciden. Por su parte Frege critica está reducción y afirma que, si bien es cierto que toda persona tiene asociaciones particulares para cada palabra, no hay que confundir eso con el significado, ya que si fuese así, la comunicación sería imposible al suponer que dos personas no querrían decir nunca lo mismo con una determinada palabra, y aunque lo hicieran, tampoco lo sabrían. Para resolver esto, Frege introdujo dos nociones técnicas: sentido y referencia. La referencia de un término es esa cosa del mundo a la que se refiere una palabra. Así, la referencia de «Roma» es la ciudad y la de «ratón» es un miembro de una especie de pequeños roedores, es decir; todas las palabras que no son ambiguas tienen una única referencia. Por el contrario, el sentido es el modo de pensar sobre la referencia, de forma que el sentido de «Roma» y por ejemplo, el de «La Ciudad Eterna» son distintos, aunque son dos nombres para una misma cosa. De modo que hay que conocer el sentido de una palabra para comprenderla; no obstante, como hay maneras distintas de pensar respecto a una misma cosa, dos palabras pueden tener la misma referencia pero sentidos distintos, y gracias a la combinación de los sentidos de las palabras pueden formarse frases con significado pleno. Frege sostiene que para que sea posible la comunicación, cada palabra debe tener un único sentido al alcance de cualquiera. Sólo se comprende la palabra si se capta su sentido correcto; de lo contrario no se conoce su significado y, por lo tanto, se carece de pericia en esa rama del lenguaje.
Los positivistas por su parte defienden el principio de verificación cuya formulación es la siguiente: «El significado cognoscitivo de una sentencia está determinado por las experiencias que permiten determinar de un modo conclusivo si la sentencia es verdadera o falsa.» Por ejemplo, la proposición «hoy hace sol» se verificaría con ciertas experiencias de calor, de observación del cielo, de luminosidad y así sucesivamente. Por ende, decir que hoy hace sol significa tan sólo que se dan tales condiciones de verificación. De todo esto se sigue que la sentencia que no posee condiciones de verificación no tiene significado. Por ejemplo, si no puede haber evidencia en forma de experiencias particulares a favor o en contra de la existencia de Dios, la frase «Dios existe» es absurda.
Los positivistas por su parte defienden el principio de verificación cuya formulación es la siguiente: «El significado cognoscitivo de una sentencia está determinado por las experiencias que permiten determinar de un modo conclusivo si la sentencia es verdadera o falsa.» Por ejemplo, la proposición «hoy hace sol» se verificaría con ciertas experiencias de calor, de observación del cielo, de luminosidad y así sucesivamente. Por ende, decir que hoy hace sol significa tan sólo que se dan tales condiciones de verificación. De todo esto se sigue que la sentencia que no posee condiciones de verificación no tiene significado. Por ejemplo, si no puede haber evidencia en forma de experiencias particulares a favor o en contra de la existencia de Dios, la frase «Dios existe» es absurda.
El principio de verificación es un instrumento muy útil para cuestiones metafísicas y epistemológicas, ya que permite rechazar todos los debates en torno a ellas por su falta de sentido. Así, podría poner en duda si este ordenador existe realmente o si por el contrario, es una mera idea insustancial de la mente; o la sentencia «este ordenador existe» está verificada por experiencias o no tiene sentido.
«El carácter paradójico del lenguaje radica en el hecho de que si bien la práctica lingüística debe estar sujeta a pautas de corrección, no existe una autoridad última que imponga tales pautas desde fuera.»
Michael Dummet «The Logical Basis of Metaphysics»
0 comentarios: