Filosofía analítica,

Ludwig Wittgenstein

abril 22, 2013 Uchutenshi 0 Comments





«El método correcto de la filosofía sería propiamente éste: no decir nada más de lo que se puede decir, es decir, proposiciones de la ciencia natural —es decir, algo que nada tiene que ver con la filosofía—, y entonces, cuantas veces quisiera decir algo metafísico, probarle que en sus proposiciones no había dado significado a ciertos signos. Este método le resultaría insatisfactorio —no tendría el sentimiento de que le enseñábamos filosofía—, pero sería el único estrictamente correcto. [...] De lo que no se puede hablar hay que callar.»

Wittgenstein

     En primer lugar me gustaría enfatizar lo que «pretendía» Ludwig con su Tractatus, y esto lo ejemplifica a la perfección el escrito de Russell —tras la muerte de Wittgenstein—, el cual transcribo a continuación:

«En la época anterior a 1914 se ocupaba casi exclusivamente de lógica. Durante la primera guerra, o quizá, inmediatamente antes, cambió su perspectiva y se convirtió más o menos en místico, como puede apreciarse aquí y allí en el Tractatus.»

     «El método correcto de la filosofía sería propiamente éste: no decir nada más de lo que se puede decir, es decir, proposiciones de la ciencia natural...» Lo que Wittgenstein hace en su Tractatus, es un análisis de la proposición y del lenguaje, el cual incluye al lenguaje lógico, científico-natural, y matemático, en cuyo contexto viene expresada la filosofía. Únicamente existe un análisis lógico que Wittgenstein ha hecho del lenguaje, del cual se desprende la ciencia, y la filosofía (en su «estado» lógico-analítica), la cual nos lleva a analizar —lógicamente— nuestra realidad, cuyo intermediario epistemológico se nos representa con resonancias metafísicas y ontológicas. Lo que aquí podría rescatar, es el énfasis que hace Wittgenstein respecto al pensamiento y el lenguaje, ya que ambos son representaciones de nuestra realidad, y como tales, están regidos por la lógica; así que no limita a la filosofía, sino que la delimita.
     «Si no puedo especificar a priori las proposiciones elementales, querer especificarlas tendrá que llevar a un manifiesto absurdo. Los límites de mi lenguaje significan los límites de mi mundo». Así que sintetizando, podría decir que todo nuestro conocimiento del mundo es lo que nosotros conocemos —pensamos—­ sobre él, y por consiguiente la filosofía está limitada por el mismo, por nuestro propio conocimiento, es similar al principio antrópico: Principio en virtud del cual todo el universo observable debe ser como es, en lugar de ser de otra manera, pues de otra forma no nos sería posible observarlo.

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