Budismo

La emancipación del yo

febrero 26, 2013 Uchutenshi 0 Comments


     Hyakujo fue abad del templo de Daichi-in en el monte Hyakujo, en China. Siempre que daba una plática, llegaba un anciano y se sentaba detrás de los monjes; apenas terminaba la plática el anciano se marchaba. Durante algún tiempo, el anciano fue todos los días sin que alguien se percatara.

     En cierta ocasión se quedó al finalizar la plática después de que los monjes ya habían abandonado el monasterio. Hyakujo se percató de su presencia y le preguntó:

     —¿Quién eres?

     El anciano hizo una reverencia y con lágrimas respondió:

     —Gracias maestro, por preguntármelo. A pesar de que mi apariencia física es la de un humano, en realidad no lo soy; soy un zorro. Hace tiempo fui un maestro zen, tenía un monasterio aquí en la montaña; un día un monje vino a verme, y con sinceridad me preguntó: "¿Un hombre iluminado está controlado por la ley de causa y efecto?". Yo le contesté: "El hombre iluminado no está controlado por la ley de causalidad". Desde que dije está falsedad, he renacido quinientas veces como zorro. Por favor, maestro, dame la respuesta correcta, así ya no renaceré como zorro. Te agradeceré tu enseñanza al respecto.

     Posteriormente el anciano hizo tres reverencias ante Hyakujo, y preguntó:

     —¿Un hombre iluminado, está controlado por la ley de causa y efecto?

     Hyakujo respondió en voz clara y vigorosa:

     —Ni el Buda Shakyamuni ni el Buda Amitabha pueden escapar de la ley de causa y efecto.

     Al escuchar esto, el anciano despertó y llorando señaló :

—¡Gracias, gracias! Acabo de liberarrme de ser un zorro. Mi cadáver se encontrará al pie del risco detrás de la montaña. ¿Puedo pedirte un favor más? Aunque he sido un zorro, en otro tiempo fui un monje, me podrías hacer un servicio fúnebre como si aún fuese monje.

     Al decir esas palabras el anciano desapareció. Hyakujo era la única persona enterada de este incidente. Cuando volvió a su recamara, llamó al monje principal y le indicó:

     —Por favor anuncia a todos los monjes que después de la cena vamos a celebrar un servicio fúnebre.

     Al finalizar la cena, Hyakujo se levantó y señaló:

     —¿Están listos? Ahora celebraremos el servicio fúnebre, por favor acompáñenme.

     Los monjes lo siguieron con gestos de perplejidad. Al llegar al risco, Hyakujo levanto el cuerpo de un zorro muerto y destacó:

     —Vamos a celebrar un funeral para este zorro, pero les pido realizar los ritos fúnebres propios para un monje.

     Todos recitaron sutras muy atentamente y posteriormente regresaron al monasterio, sin embargo, nadie comprendía por qué se había celebrado un funeral para un zorro. Esa noche Hyakujo dio una plática formal a los monjes del monasterio:

     —Desconozco si se percataron de la presencia de un anciano que a diario acudía a mis pláticas; era en realidad un zorro. Hace tiempo había sido un maestro zen, justo en esta montaña. En cierta ocasión, le dijo a uno de sus estudiantes que con la iluminación ya no se está controlado por la ley de causa y efecto. Es por esa verdad a medias, que fue sujeto a renacer en quinientas ocasiones como zorro. Sin embargo, arrepentido, me pregunto por la verdadera respuesta, y yo sentencié: "ni todos los budas de los tres mundos pueden escapar a la ley de la causalidad". Al escuchar eso, alcanzó la iluminación súbita y completa, y fue liberado de ser un zorro.

     Acto seguido, Obaku, el monje principal de Hyakujo, se puso de pie, hizo tres reverencias y preguntó en voz fuerte:

     —Por su respuesta correcta, ese anciano fue liberado de ser un zorro. Bien, si nunca hubiese enseñado una mentira, ¿qué habría pasado? Un zorro se convierte en hombre, un hombre en ser celestial, un ser celestial en bodhisattva, un bodhisattva en buda, y después de eso ¿qué? Finalmente no hay a dónde ir. Por favor deme una respuesta.

     Hyakujo sabía exactamente lo que Obaku tenía en mente e indicó:

     —Acércate más y entonces te la daré.

     Obaku también sabía exactamente lo que su maestro tenía en mente, así que caminó al lugar donde se encontraba su maestro y le dio una bofetada. Hyakujo soltó una carcajada y aplaudiendo dijo:

     —Mi intención era darte una bofetada, pero yo mismo he sido abofeteado.

     Así fue como Hyakujo reconoció la comprensión de su discípulo, posteriormente, otros maestros relataban la historia para probar la comprensión de sus discípulos. así preguntaba el maestro Mumon:

     —¿Por qué el monje se convirtió en zorro al decir "el hombre iluminado no está controlado por la ley de causa y efecto" y por qué fue liberado de ser un zorro cuando Hyakujo dijo "nadie se escapa a la ley de causalidad"? Si tú puedes comprender el significado esencial de esto, con el ojo de tu mente, sabrás que el renacimiento del anciano quinientas veces como zorro fue, en realidad, una vida gozosa.

     Mumon lo indicó con un poema:

Controlado o no controlado
son las dos caras de la misma moneda.
No controlado o controlado
son ambos un millar de errores.

     Estar controlado y no estar controlado tiene el mismo significado desde el punto de vista de alguien que ha despertado, sin embargo, parecen ser  aspectos distintos desde el punto de vista de una persona ordinaria.
     Si captamos  el hecho de que estar controlado y no estar controlado son lo mismo, no hay problema si se piensa que son dos aspectos  distintos, es únicamente una idea y no un hecho. Estar controlado o no estar controlado; son ambos preceptos dualistas, de separación y sólo la mitad de un hecho y , por consiguiente, no son el hecho en sí.

     Al final el monje Obaku recibió la aprobación del maestro Hyakujo,  por sortear sin vacilación cualquier complejidad intelectual y mostrar su comprensión sobre la enseñanza. Desde el punto de vista de alguien que ha alcanzado el Kensho (ver la realidad), sabe que controlado y no controlado son exactamente lo mismo, por lo tanto cualquiera que sea la respuesta, el significado será el mismo; así que estará en lo correcto, a diferencia de alguien que no comprende la realidad; al cual siempre le quedara un dejo de duda.


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Budismo

La ilusión del yo

febrero 24, 2013 Uchutenshi 0 Comments


     El instinto humano de conservar la vida infunde en él, no sólo el deseo de prolongar su vida, sino también, el deseo de enriquecerla lo más posible. Es por esto, que los humanitos en ocasiones buscan la fama, la fortuna, el poder, destreza intelectual; incluso su deseo es tal que buscan formas vivificantes como la búsqueda de la alegría, la apreciación del arte, la adherencia a la moralidad, etcétera.

     Sin embargo eso no es más que un engaño, una falacia que gira en torno al ego; en realidad no hay una entidad concreta que pueda ser definida como un yo, lamentablemente está noción está tan arraigada en nuestro pensamiento, que persistimos erróneamente en creernos entidades separadas.

     Esta ilusión sobre el ego, no es más que el resultado del presunto desarrollo de la conciencia humana. Cuando las presuntas entidades se toman así mismas como algo concreto y particular, es cuando comienza esta idea hiperbólica del yo. Así engañados, no tenemos la visión suficiente para penetrar en la realidad en sí más allá del yo.

     Incluso los humanitos que se tienen como cultos, son víctimas de esta falacia, es algo aparentemente inevitable en especial porque todo lo que concebimos en este mundo —a través de nuestros sentidos—, se nos presenta de forma dual: arriba - abajo, derecha - izquierda, bueno - malo, etcétera. El humanito común, piensa únicamente de una forma muy vaga sobre la existencia del ego, un filósofo por el contrario, trata de definir intelectualmente con mayor precisión qué es el ego, ésto —en la mayoría de los casos—, sin resultado alguno, logrando únicamente generar más dudas que respuestas. En general, estas son las conclusiones a las que se suele llegar sobre la naturaleza del yo:

1. Que el yo es más pequeño que nuestro cuerpo físico y existe dentro de nosotros.
2. Que el yo es más grande que nuestro cuerpo físico y abarca nuestro cuerpo.
3. Que el yo es tan grande como nuestro cuerpo físico y actúa y existe junto con el cuerpo.
4. Que el yo existe fuera de nuestro cuerpo físico.

     Dogen Zenji sentencio:
     «El cuerpo no es el yo; la vida va junto con el tiempo y nunca se detiene ni por un momento».

     En el Sho-do-ka (El canto de la iluminación), escrito por el maestro Yoka-Daishi, se encuentra el siguiente aforismo: «Todas las cosas son transitorias y completamente vacías.»


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Budismo,

El círculo perfecto

febrero 21, 2013 Uchutenshi 2 Comments


     El maestro, Harada Roshi, acostumbraba dibujar un círculo en una pizarra al principio de cada plática y decía que el universo es uno. El tercer patriarca Ganchi, en su obra Creer en la mente, escribió lo siguiente: "Es perfecto, nada le falta, nada le sobra". Ésta es una excelente explicación de la naturaleza búdica.

     En algunas ocasiones el maestro Joshu decía "el perro tiene naturaleza búdica" en otras simplemente decía que "el perro no tiene naturaleza búdica", la intención principal del maestro Joshu es ver más allá de lo preconcebido, por encima del si y del no; algo que cabe resaltar, es que no sólo la existencia humana tiene naturaleza búdica, sino que todo el universo es de naturaleza búdica. Es algo que podría repetir ad nauseam, por el contrario, señalare algunas de las características fundamentales de la naturaleza búdica y trataré de aclararla. Es lo que suele llamarse ku (vacuidad), es la condición de no entidad fija.

     Algo que tienen en común las principales religiones occidentales, es la creencia en un Dios Creador separado de su propia creación; situándolo en un mundo metafísico aparentemente inalcanzable, salvo para algunos adeptos seguidores de las enseñanzas establecidas. El budismo, por el contrario, señala que todos los fenómenos son resultado de la ley de causalidad; si la causa cambia, también ocurre un cambio correspondiente en el efecto; si la causa desparece por completo, el efecto  —como es de esperarse —, desaparece. Por lo tanto ningún fenómeno cuenta con una entidad fija propia, y por lo tanto la causa y el efecto no son divisibles.

     Explicándolo de modo más llano, podría decír que conocí a un humanito con la cualidad de bueno, esto debido a las circunstancias que lo llevaron a dicho estado, sin embargo, si las circunstancias cambian, el habría adquirido la cualidad de malo (ésto suponiendo que existe un valor universal para dichas cualidades, más allá de la relatividad del termino), el punto principal de ésto, es que no hay algo que posea una entidad fija propia. Cada entidad se encuentra en un estado inmediato en virtud de causas determinadas; un estado temporal de no especificidad llamado ku (vacuidad). Desde el punto de vista budista, todo tiene vida, es decir, todo lo que existe tiene vida, y es precisamente a esa vida a lo que se le llama naturaleza búdica.

     Existen tres aspectos fundamentales de la naturaleza búdica, en japonés son llamados: shoin bussho, ryoin bussho y enin bussho. Shoin bussho es la naturaleza búdica perse, literalmente significa causa fundamental. Ryo quiere decir darnos cuenta, por lo tanto tenemos tanto shoin bussho, como ryoin bussho.

     Sin embargo, para llevar a cabo tal potencial, se requiere de alguna causa o condición, ésta causa puede ser encontrarnos con la lectura o con el maestro adecuados. esta causa se llama enin bussho  —la cual por supuesto poseemos —. Ennin significa causa cooperante. Generalmente por causalidad pensamos en un agente externo sin embargo, el yo y las externalidades, no son entidades separadas. Si algo existe fuera de nosotros, con seguridad también existe dentro de nosotros.



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Tao

febrero 19, 2013 Uchutenshi 0 Comments


La gente está feliz como en una fiesta suntuosa
o jugando en el campo en primavera;
pero yo permanezco tranquilo y vagabundeando,
como un recién nacido antes de aprender a sonreír,
solitario, sin hogar.

La gente tiene lo suficiente y para compartir,
pero yo no poseo algo,
y mi corazón es ignorante,
turbio y ensombrecido.

La gente está radiante y segura,
mientras yo sigo ciego y confuso;
la gente es inteligente y sabia,
mientras permanezco torpe e ignorante,
sin objetivo, como una ola en la superficie del mar,
sujeto a nada.

La gente está ocupada con un propósito,
mientras sigo imparcial y tosco.
estoy aparte del resto de la gente
todavía sostenido por la Naturaleza.


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