Agujeros Negros,

¿Nuestro universo se encuentra contenido dentro de un agujero negro?

noviembre 03, 2016 Uchutenshi 0 Comments



Entre los principales problemas que tratamos en la teoría estándar del Big Bang se encuentra el de la singularidad y la inflación, sin mencionar la imposibilidad de conocer qué hubo «antes» de la gran explosión ya que, en rigor, no hay un «antes» proveniente de una singularidad donde, las leyes de la física, son nulas e ininteligibles. Las observaciones de Friedman (1888 - 1925) y Lemaître (1894 - 1966) dieron como resultado la teoría de la expansión del Universo, «confirmadas» por la constante de Hubble donde el desplazamiento al rojo de una galaxia, es proporcional a la distancia a la que se encuentra.

    Las interrogantes —sin respuesta— que nos surgen del modelo estándar son las siguientes:

    ¿Qué dio origen al Big Bang?, una singularidad claro, pero, ¿qué causó dicha singularidad?, ¿qué causó la inflación?, ¿de dónde proviene la energía oscura que aparentemente causa la expansión? Una posible explicación a la inflación y expansión del universo se encuentra en el hipotético y poco probable inflatón. Ante preguntas empero, sobre la energía oscura y la singularidad que originó la gran explosión, aparentemente no hay respuestas.

    Bajo estás interrogantes, Nikodem Poplawski (Ph.D. por la Universidad de New Haven) propone que nuestro universo se encuentra contenido dentro de un agujero negro. Según Poplawski —interpretando las ecuaciones de Einstein, y la conocida teoría de Einstein-Cartan-Kibble-Sciama—, la torsión generada por los fermiones, en el inicio de nuestro universo, adquiriría significado en un estado de gran densidad y masa como puede ser un agujero negro. En este escenario la torsión se manifiesta como una fuerza repulsiva que contrarresta la fuerza gravitacional proveniente de la curvatura espacio-tiempo. En un comienzo la atracción gravitatoria del espacio curvo superaría las fuerzas repulsivas de torsión, eventualmente la torsión sería más «fuerte» y evitaría que la materia se comprimiera en un punto de densidad infinita; posteriormente la materia alcanzaría un estado de densidad enorme pero finito. Así, la energía en un estado extremadamente denso, produciría las primeras partículas que pasarían a ser masa en el interior del agujero negro. El incremento de partículas de espín semientero se traduciría en mayores niveles de torsión del espacio-tiempo. La torsión de repulsión crearía un Big Bounce que explicaría la expansión y sugiere que vivimos «dentro» de un agujero negro que se encuentra en otro universo. O para ser más precisos, nos encontramos en un horizonte cauchy. En esta  teoría, la torsión («heredada» del universo padre) explicaría la flecha del tiempo, y la energía oscura.

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REFERENCIAS

Poplawsk, N. (2016). Non-parametric reconstruction of an inflaton potential from Einstein-Cartan-Sciama-Kibble gravity with particle production. NIKODEM POPLAWSKI. Obtenido. 2016, de http://math.newhaven.edu/poplawski/


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Albert Camus,

Departiendo con Paz. Encuentros II: Albert Camus

noviembre 03, 2016 Uchutenshi 0 Comments



La primera vez que vi a Camus fue en un homenaje a Antonio Machado, en París. Los oradores fuimos Jean Cassou y yo; María Casares recitó unos poemas. A la salida, terminando el acto, un desconocido de gabardina se me acercó para manifestarme calurosamente su aprobación por lo que yo había dicho. María Casares me dijo: es Albert Camus. Eran los años de su celebridad y yo era un poeta mexicano anónimo, perdido en el París de la postguerra. Su acogidWa fue muy generosa. Nos vimos después varias veces y juntos participamos, en 1951, en un mitin en celebración del 18 de julio, organizado por un grupo de anarquistas españoles y en el que participó también María Casares. Leí algunos capítulos de «L’Homme révolté» en revistas y él mismo me contó —por decirlo así— el argumento general de la obra. Discutimos mucho algunos puntos —por ejemplo, sus críticas a Heidegger y al surrealismo— y le previne que el capítulo sobre Lautréamont provocaría la cólera de Bretón. Así ocurrió. Creo que a todos nos dolió esa  escaramuza, sin excluir al mismo Bretón. Años después le oí  hablar de Camus con encomio.

En esos días Sartre estrenó «Le Diable et le Bon Dieu». Fui a una representación y me impresionó la justificación jesuítica de la «eficacia» revolucionaria que contiene esa obra. A los pocos días comí con Camus y le dije:

—Acabo de ver la pieza de Sartre y es una apología indirecta del estalinismo. Cuando aparezca el libro de usted, Sartre lo atacará.

Me miró con incredulidad y me respondió:

—Tengo sólo tres amigos en el mundo literario de París. Uno de ellos en Malraux. Me he alejado de él por su posición política. Al otro Sartre, me liga sobre todo una relación intelectual. El tercero, al que me une algo más que las ideas, es el poeta René Char, un amigo fraternal. Ninguno de los tres me atacará.

Me sorprendió su respuesta y le dije:

—Sí, Malraux nunca lo atacará. Se lo prohibe su estética heroica y teatral: sería un gesto indigno de su personaje. Char tampoco lo atacará: es un poeta y, esencialmente, coincide con usted, o usted con él. Pero Sartre es un intelectual y para él, a la inversa de Malraux, la vida de las ideas es la verdaderamente real (aunque en su filosofía pretenda lo contrario). Al hombre que ha escrito «Le Diable et le Bom Dieu révolté» tiene que parecerle una herejía lo que usted dice en «L’ Homme révolté» y condenará a la herejía y al hereje en el Tribunal filosófico...

No me creyó. Días después, la revista de Sartre desencadenó el ataque en su contra. Llamé por teléfono a María Casares:

—¿Cómo está Alberto?

Me contestó:

—Se pasea por la casa como un toro herido.

En Camus me encantó su amor, tan de hombre del Mediterráneo, por el sol y la belleza física, corporal. Para él los sentidos existían realmente y veía al mundo como un conjunto no sólo de signos sino de formas, formas que se podían ver, o leer, oír, tocar. Me inspiró admiración el temple de su carácter tanto como la claridad de su inteligencia y su generosidad. Amante de la libertad y solidario de las víctimas, pero irreductiblemente solitario. Un verdadero estoico, a la manera antigua. No enfrentó una ideología a la historia y sus desastres, como Sartre y Aragón, sino una lucidez. No fue un filósofo sino un artista, pero un artista que nunca renunció al pensamiento. Si la filosofía nos enseñaba a vivir y también a morir, si la filosofía no es sólo un saber, sino una sabiduría hay más sabiduría en los ensayos no filosóficos de Camus que en las disquisiciones de muchos filósofos.

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REFERENCIAS

Anthony Stanton, selección y montaje de textos de Octavio Paz; 1944-1964, Primera edición: periódico Reforma, 6 de abril de 1994, pp. 12D y 13D.


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