Filosofía,
Teoría de la ideas
Platón compara la experiencia humana con la de unos prisioneros que han pasado toda su vida encadenados en una caverna oscura. Tales prisioneros sólo pueden mirar enfrente y la única experiencia que tienen respecto de lo que está ocurriendo fuera de la caverna, son las formas que sobre la pared proyecta el resplandor de la hoguera situada detrás de ellos. Cuando uno de los prisioneros escapa y contempla por primera vez «la realidad», al regresar a la caverna los demás prisioneros no creen lo que él les cuenta. De modo análogo Platón considera que la filosofía es el proceso intelectual que permite huir del mundo de las apariencias para conocer la realidad del mundo de las ideas.
Platón adujo que, por ejemplo, mientras que las cosas cuadradas —una mesa, una forma en la arena, una ventana— pueden variar, la propiedad de la cuadratura permanece inmutable, por lo tanto, la cuadratura es más real que las cosas cuadradas. En consecuencia Platón asigna el más alto grado de realidad a las ideas, las cuales expresan todas las características inmutables del cosmos. Así, existe la idea de hombre, la idea de divinidad, la idea de mesa, etcétera. La idea es la que confiere a una cosa sus propiedades individuales (por ejemplo la «cuadratura» es lo que hace que una figura sea cuadrada) y los seres humanos reconocen las instancias individuales porque conocen la idea. Así, al saber lo que significa «cuadratura», puede reconocerse una figura determinada como cuadrada.
Platón reconoce la relatividad del conocimiento sensible conforme al aserto de Protágoras, pero encuentra que es insuficiente para fundar una filosofía de la virtud. Las opiniones no suministran el saber que la virtud exige, ya que se originan de los estados cambiantes del sujeto y objeto, poco importa que, incluso, sean el producto de una rigurosa reflexión y justificación de tales percepciones; el referido saber tiene un origen y objeto de conocimientos muy diversos, del mundo objetivo y sus mudables hechos. Platón comparte durante su evolución filosófica el postulado protagórico, a saber; no hay ciencia, sólo percepciones de valor relativo: la filosofía tiene como objeto de investigación un mundo «inmaterial» que debe existir frente al mundo de los objetos, del mismo modo como el conocimiento (espistemée) existe frente al de la mera opinión subjetiva e individual (doxa). Este sistema tiene flagrantes problemas y ha recibido grandes críticas a causa de la imprecisa explicación de cómo las ideas, alejadas de la humanidad (ya que Platón las situaba en un lugar alejado llamado cielo platónico), podían desempeñar la gran función que este les asignaba, el propio Platón en el Parménides desarrolla el célebre argumento del tercer hombre que se da en los siguientes términos:
Supongamos que en su primera cita con Sócrates, Platón quisiera confirmar que Sócrates era, en efecto, un hombre. Según la teoría platónica de las ideas, ese conocimiento solo puede alcanzarse comparando a Sócrates con la idea de hombre, la cual expresa todos los atributos esenciales de un hombre. ¿Cómo podría Platón, empero, saber que la idea de hombre empleada en este sentido era, en sí misma, un hombre? Una vez más, según la teoría platónica, este conocimiento sólo puede alcanzarse con una idea, por lo tanto es preciso que exista otra idea —un «tercer hombre»— para que se identifique la idea de hombre. Este argumento (absurdo) pone en evidencia la necesidad de un número infinito de ideas de hombre, ya que cada nueva idea precisa de otra nueva para establecer su identidad y así ad infinitum.
La semejanza correlativa que existe entre distintos objetos es producto de la «imitación» (inmutable de un determinado modelo); Parménides advierte empero, si esto es así, la semejanza correlativa existente entre los objetos y el modelo que imitan, debería tener su significado contenido en un tercer modelo al que imiten tanto la Idea como los objetos, y así indefinidamente. En la «participación» empero, el problema no encuentra solución. No se explica si los objetos contienen la idea (toda) o solo una parte aproximada de ella. En el primer planteamiento se advierte la necesidad de la existencia de un número de ideas equivalente a los objetos, algo que contradice la no heterogeneidad de Ideas; en el segundo planteamiento los objetos participan únicamente de una fracción de la Idea, algo que contradice el principio de la indivisibilidad de las Ideas. Sobra decir que en el Parménides, Sócrates fue incapaz de encontrar solución a las interrogantes expuestas por el eleata. La relación en ambos casos es p↔q para determinar empero, la veracidad del enunciado, es preciso una tercer variable o bien recurrir a la causa sui.
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