Georges Bataille,

La literatura y el mal

febrero 16, 2016 Uchutenshi 0 Comments



Siempre tengo esta certidumbre: la humanidad no está hecha de seres aislados, sino de comunicación entre estos seres; jamás nos entregamos, ni siquiera a nosotros mismos, más que a través de una red de comunicaciones con los otros, nos sumergimos en la comunicación, nos reducimos a esta comunicación incesante de la que, hasta el fondo de la soledad, sentimos la ausencia, como sugestión de posibilidades múltiples, como la espera de un instante en el que se resuelve esa ausencia en un grito que los otros escuchan. La existencia humana no está en nosotros, en esos nudos en los que periódicamente se anuda, lenguaje hecho grito, espasmo cruel, risa enloquecida, de donde el asentimiento nace de una conciencia al fin compartida de impenetrabilidad de nosotros mismos y del mundo.

Georges Bataille, "La literatura y el mal".


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Fernando Pessoa,

El libro del desasosiego

febrero 16, 2016 Uchutenshi 0 Comments


Pedí tan poco a la vida y ese mismo poco la vida me lo negó. Un haz de parte del sol, un campo próximo, un poco de sosiego con un poco de pan, no pesarme mucho el saber que existo, y no exigir nada de los otros ni ellos nada de mí. Esto mismo me fue negado, como quien niega la limosna no por falta de buena alma, sino por tener que desabrocharse la chaqueta.

     Escribo triste, en mi cuarto tranquilo, solo como siempre yo he estado, solo como siempre estaré y, pienso si mi voz, aparentemente tan poca cosa, no encarna la sustancia de millares de voces, el hambre de decirse de millares de vidas, la paciencia de millones de almas sometidas como la mía al destino cotidiano, al sueño inútil, a la esperanza sin vestigios. En estos momentos mi corazón late más alto por mi conciencia de él. Vivo más porque vivo mayor. Siento en mi persona una fuerza religiosa, una especie de oración, un símil de clamor. Pero mi reacción contra mi desciende desde mi inteligencia... me veo en el cuarto piso de la rua dos douradores, me ayudo con sueño; miro, sobre el papel medio escrito, la vida sana sin belleza y el cigarro barato que apurándolo extiendo sobre el secante viejo.

     ¡Yo, aquí, en este cuarto piso, interpelando a la vida!, ¡diciendo lo que las almas sienten!, ¡haciendo prosa como los genios y los célebres! ¡Yo, aquí, así...!

Fernando Pessoa, "El libro del desasosiego".



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Literatura,

La insoportable levedad del ser

febrero 16, 2016 Uchutenshi 0 Comments


El hombre nunca puede saber que debe querer, porque vive solo una vida y no tiene modo de compararla con sus vidas precedentes ni de enmendarla en sus vidas posteriores. No existe posibilidad alguna de comprobar cual de las decisiones es la mejor, porque no existe comparación alguna. El hombre lo vive todo a la primera y sin preparación, como si un actor representase su obra sin ningún tipo de ensayo. ¿Pero qué valor puede tener la vida si el primer ensayo para vivir es ya la vida misma? Por eso la vida parece un boceto. Pero ni un boceto es la palabra precisa, porque un boceto es siempre un borrador de algo, la preparación para un cuadro, mientras que el boceto que es nuestra vida, es un boceto para nada; un borrador sin cuadro.

     [...] Si cada uno de los instantes de nuestra vida se va a repetir infinitas veces, estamos clavados a la eternidad como Jesucristo a la cruz. La imagen es terrible. En el mundo del eterno retorno descansa sobre cada gesto el peso de una insoportable responsabilidad. Ese es el motivo por el cual Nietzsche llamó a la idea del eterno retorno la carga más pesada. Pero si el eterno retorno es la carga más pesada, entonces nuestras vidas pueden aparecer, sobre ese telón de fondo, en toda su maravillosa levedad.

Milan Kundera, "La insoportable levedad del ser'.

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Literatura,

La muerte enamorada

febrero 16, 2016 Uchutenshi 0 Comments

Me preguntas hermano, si he amado; sí. Es una historia singular, terrible y, a pesar de mis sesenta y seis años, apenas me atrevo a remover las cenizas de este recuerdo. No quiero negarte nada, pero no referiría una historia semejante a otra persona menos experimentada que tú.

     Se trata de acontecimientos tan extraordinarios que apenas puedo creer que hayan sucedido. Fui, durante más de tres años, el juguete de una ilusión singular y diabólica. Yo, un pobre cura rural, he llevado todas las noches en sueños (quiera Dios que fuera un sueño) una vida de condenado, una vida mundana y de Sardanápalo. Una sola mirada demasiado complaciente a una mujer pudo causar la perdición de mi alma; pero, con la ayuda de Dios y de mi santo patrón, pude desterrar al malvado espíritu que se había apoderado de mí.

     Mi vida se había complicado con una vida nocturna completamente diferente. Durante el día yo era un sacerdote del Señor, casto, ocupado en la oración y en las cosas santas. Durante la noche, en el momento en que cerraba los ojos, me convertía en un joven caballero, experto en mujeres, perros y caballos, jugador de dados, bebedor y blasfemo. Y cuando, al llegar el alba, me despertaba, me parecía lo contrario, que me dormía y soñaba que era sacerdote. Me han quedado recuerdos de objetos y palabras de esta vida sonámbula, de los que no puedo defenderme y, a pesar de no haber salido nunca de mi parroquia, se diría al oírme que soy más bien un hombre que lo ha probado todo, y que, desengañado del mundo, ha entrado en religión queriendo terminar en el seno de Dios días tan agitados, que un humilde seminarista que ha envejecido en una ignorada casa de cura, en medio del bosque y sin ninguna relación con las cosas del siglo.

Théophile Gautier, La muerte enamorada.



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Filosofía,

La barba de Sócrates

febrero 16, 2016 Uchutenshi 0 Comments



 Platón nos narra en uno de sus  cuantiosos diálogos, que Crátilo —conocido filósofo del relativismo— mencionó la afeitada barba de Sócrates; a propósito de un debate que sostenía con el irónico, sobre lenguaje.


    De modo que que se ha mencionado algo que contradice a la experiencia, la barba de Sócrates, que carece de una propiedad llamada existencia. Alexius von Meinong sostenía que no se puede mencionar algo que no existe, ya que no tiene sentido. Postura similar que mantuvo el primer Wittgenstein.


    «Sócrates se afeito la barba», es una frase que no carece de sentido, por lo que la barba de Sócrates debe ser algo. Este ejemplo es característico en el lenguaje filosófico, particularmente cuando se pretende hacer metafísica.


    Para determinar el valor de verdad de la proposición  atómica (enunciado indicativo), el criterio a seguir no es un problema de análisis lógico, sino un problema de análisis sintético. Si lo que se afirma en una proposición atómica está conforme a los hechos, la proposición es verdadera, de lo contrario es falsa.



    Para la filosofía es preciso omitir estos juegos del lenguaje —muy característicos en los continentales— que se nos presentan como temas revolucionarios e importantes y, en última instancia, no son sino artificios literarios. Por lo tanto el único uso del lenguaje debe consistir en hacer constar hechos acerca de los objetos que están en el mundo. Cualquier intento de emplear el lenguaje para otro propósito, como pretenden hacer los juicios de valor o metafísicos, implica un esfuerzo incoherente por ir más allá de los límites del sentido.




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