Filosofía,

El Primer Wittgenstein

marzo 17, 2020 Uchutenshi 0 Comments




El primer Wittgenstein nos habla, entre otras cosas, sobre la cuestión de lo decible, lo mostrable y su delimitación. Este es el tema fundamental del análisis que el Tractatus hace de la lógica de nuestro lenguaje, de cuya mala comprensión —y sólo de ella— surgen TODOS los problemas filosóficos —siempre lingüísticos— que, en un lenguaje analizado, desaparecerían por sí mismos (4.0003). De lo que se puede hablar se puede hablar claramente y de lo que no se puede hablar hay que callar dejando plena autonomía a la muda expresividad del silencio. En ambas instancias no se plantea ya interrogante filosófica alguna, sencillamente porque las cosas están claras. En esto consiste precisamente el Tractatus; clarificar el lenguaje y el pensamiento mediante la dilucidación y/o delimitación de lo decible e indecible en vistas de la (di)solución de los problemas filosóficos.

    Asi, nos encontramos con la mostración lógica (mediante el lenguaje) y con la mostración mística (sin lenguaje alguno). Las proposiciones de la lógica, al ser tautologías —por el hecho de que no dicen «algo»—, muestran la lógica esencial del mundo y del lenguaje (6.12) que posibilita toda relación figurativo-descriptiva entre ellos. Por lo tanto, ninguna proposición o figura, puede decir o figurar algo de sí misma (2.172, 4.041). De modo que todo decir es un mostrar; todo lo que se dice, porque se muestra se dice. Estas relaciones entre decir y mostrar empero, no se dan en lo místico (ético, estético, religioso) que no tiene soporte lógico alguno, ni lingüístico. Lo místico se muestra en la desaparición de todo lenguaje y mundo lógicamente ordenados; es sentimiento e intuición puros —«sub specie aeterni»—  del «qué» del mundo (de «que» el mundo siquiera sea [lo que sea]) o del mundo como un «todo»: «Lo inexpresable, ciertamente, existe, Se "muestra", es lo místico» (6.522).

    Tenemos así una mostración intrínseca al lenguaje y otra extrínseca. La primera pertenece al ámbito del lenguaje, del mundo y a su lógica. La segunda, no; ella misma, como sentimiento o intuición, está más allá del lenguaje y de su lógica y, su objeto; más allá del mundo y de su lógica. La primera está contenida de algún modo en el lenguaje o se realiza mediante él. La segunda solo se patentiza en el silencio; ya sea en el silencio absoluto del puro sentir en intuir sin condicionamientos lógicos del lenguaje o mundo, o en el vacío, que deja el hablar de otras cosas o que aparece al hablar de otras cosas. Por lo tanto, para conocer cómo es el mundo, tendríamos que desprendernos de todo condicionamiento lógico, intelectual, empírico, etcétera.

    Con todo, esto es un asunto demasiado oscuro, no tanto en sí mismo, como en el discurso del Tractatus que Wittgenstein dejó (¿deliberadamente?) inaclarado. A propósito del misticismo que se advierte en distintos pasajes del Tractatus, Wittgenstein mencionó lo siguiente:

    «Es un libro que consta de dos partes: la aquí presentada y lo que no escribí. Justamente esa segunda parte es la más importante.» [1]
    Tras la muerte de Wittgenstein, Russell escribe en el Obituary de la revista Mind:
    «En la épocas anterior a 1914 se ocupaba casi exclusivamente de lógica. Durante la primera guerra, o quizá inmediatamente antes, cambió su perspectiva y se convirtió más o menos en un místico, como puede apreciarse aquí y allí en el Tractatus.» [2]
    Russell anteriormente había llegado a una conclusión similar, fue en 1919 tras pasar una semana entera debatiendo los temas centrales de la obra. Desde la Haya, donde se encontró con Wittgenstein, Russell le escribe a Lady Ottoline Morrell:
    «Ya había yo notado en su libro cierto asomo de misticismo, pero me quedé asombrado al comprobar que se había convertido por completo en un místico.» [3]
    Cambio que se debió, o no, a la lectura de los comentarios de Tolstoi al Evangelio [4], o a lecturas más generales de Kierkegaard, Silesius o James, como señala Russell en esa misma carta. Lo que es un hecho, es la esquemática evocación de lo místico presente aquí y allí en el Tractatus; consideración que resulta coherente y hasta necesaria, dentro del sistema esbozado en el libro.
    La obra de Wittgenstein se puede describir en dos aspectos fundamentales, a saber; genealógica y discursivamente.
Genealógicamente, se presenta en los siguientes términos:
A) El componente nuclear es el análisis de la proposición (3-6) y la aplicación de sus resultados al análisis de los lenguajes científicos: lógico, matemático y científico-natural (6.1-6.4)
B) El análisis lógico de la proposición, de su ámbito de sentido (ciencia) y de la actividad crítico-lingüística  o lógico-analítica (filosofía).
C) El análisis del lenguaje y del mundo, es decir, la lógica y la metafísica, llevan a Wittgenstein a evocar lo que está más allá —siendo limítrofe— de ambos: lo místico, sin tematizarlo, refiriéndose a ello únicamente como posibilidad de un lenguaje inanalizado (absurdo metafísico) y como una evidente imposibilidad —metodológicamente deducible— del análisis lógico del lenguaje (y del mundo).
Discursivamente, se presenta en los siguientes términos:
A) METAFÍSICA: atomista y descriptiva del mundo (1-2.1).
1. El mundo es todo lo que es el caso.
2. Lo que es el caso,  el hecho, es el darse efectivo de estados de cosas.
B) EPISTEMOLOGÍA: teoría de la figura (2.1-3) y del pensamiento (3-3.1).
2.1. Nos hacemos figuras de los hechos.
3. La figura lógica de los hechos es el pensamiento.
C) LÓGICA: análisis lógico del lenguaje (3.1-6.1).
3.1. En la proposición se expresa sensoperceptivamente el pensamiento.
4. El pensamiento es la proposición con sentido.
5. Proposición es una función de verdad de las proposiciones elementales. (La proposición elemental es una función de verdad de sí misma.)
6. La forma general de la función de verdad es: [p, ξ, N(ξ)]. Esta es la forma general de la proposición.
D) TEORÍA DE LA CIENCIA: aplicación del análisis al ámbito efectivo del lenguaje (6-7).
6.1. Las proposiciones de la lógica son tautologías.
6.2. La matemática es un método lógico. Las proposiciones de la matemática son ecuaciones, es decir pseudoproposiciones.
6.3. La investigación de la lógica significa la investigación de toda legaliformidad. Y fuera de la lógica todo es casualidad.
6.4.Todas las proposiciones valen lo mismo.
    Estos son los temas principales del análisis que el Tractatus hace de la lógica de nuestro lenguaje, de cuya mala comprensión —y sólo de ella— surgen todos los problemas filosóficos —siempre lingüísticos— que, en un lenguaje analizado, desaparecerían por sí mismos. De lo que se puede hablar se puede hablar claramente y de lo que no se puede hablar hay que callar dejando plena autonomía a la muda expresividad del silencio. En ambas instancias no se plantea ya interrogante filosófica alguna, sencillamente porque las cosas están claras.
    En esto consiste precisamente el Tractatus; clarificar el lenguaje y el pensamiento mediante la dilucidación y/o delimitación de lo decible e indecible en vistas de la (di)solución de los problemas filosóficos. Esto supone una doble perspectiva delimitadora del Tractatus y un reduccionismo poco deseable en una obra filosófica; el análisis lógico del lenguaje se restringe a una sola de sus vías: el ámbito único de lo decible. Así, dentro del lenguaje, e intrínseco a él,  el análisis se distingue entre proposición (con sentido) y proposición lógica (tautología), o entre decir y mostrar. Lo primero está relacionado con las meditaciones lógicas de Wittgenstein en torno a la proposición. Lo segundo, representa derivaciones (místicas) del análisis lógico, lógicas en principio, aunque de facto fuesen imponiéndose al espíritu de Wittgenstein, llevándolo al misticismo que advirtió Russell [5].
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NOTAS Y REFERENCIAS
* Wittgenstein, L. (2002). Tractatus logico-philosophicus. Madrid: Tecnos.
[1] Página/12, Contratapa: «El aplauso de una sola mano». Consultado el 2009.
[2] Russell, B. (1951). Mind LX, 239. p. 298.
[3] L. W.: Briefe an Ludwig von Ficker. Salzburg, Otto Müller Verlag. (1969). p. 101.
[4] Cfr. ibid., pp. 72-73.
[5] Russell, B. op. cit., p. 298.
     


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Existencialismo,

Aflicción

marzo 02, 2020 Uchutenshi 0 Comments

Me encuentro desolado, yermo y abatido. Miro hacia abajo: un color profundo, azul oscuro. Mi cuerpo estaba inmerso en sus propios pensamientos. Lindo modo de morir, pensé, viendo el mar azul. Comenzó a llover, el agua estaba fría, pero no lo suficiente para traerme de vuelta. La lluvia terminó para ceder su paso a un silencio extrañamente tranquilizador. Encendía un cigarrillo mientras pensaba en el repentino óbito de una querida amiga. Bocanada tras bocanada, su recuerdo me abrazaba con desoladora tristeza. Mi existencia era pesarosa; la displicencia, abulia y apatía embullian mi ser. Mi mirada brumosa contemplaba el vaivén del mar ennegrecido, el color se adueñaba de todo; figuras geométricas atacaban mi imaginación, para posteriormente ceder su paso a esa sensación de malestar generalizado, era el comienzo de un mareo que aguraba patológico.

Deliberación, bocanada larga, un trago, otro pensamiento vacío; cada pérfida reflexión se repite una y otra vez, mi juicio actual es simple masturbación mental; encuentro una notoria diferencia entre el mundo teórico de la meditación barata y la vida real... la desapacible y repelente vida real, que incluye la codicia, el odio, la corrupción y la muerte. Me despierto embriagado de dolor, ojeroso, con el cuerpo doliente y el alma abatida; hastiado y confuso celebro la fruición por beber.

    

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Poesía,

Antífona para Sofía

marzo 02, 2020 Uchutenshi 0 Comments


Camino por la ciudad donde las ánimas sin apelativo me tararean el tuyo, conciertos silenciosos en los que canto tu nombre para olvidar el mío, camino bajo el cielo estrellado que me recuerda el color de tu alma, viviría mil vidas y en mil realidades y eso no cambiaría nada, porque de esas mil realidades siempre volvería para extinguirme entre tus manos.

Te espero como se espera a la muerte deseando la vida, te espero como se espera al amanecer cuando es de noche, tengo frío por la noche cuando no estás, por la noche tengo frío cuando el amor no ha muerto porque las cosas infinitas no pueden morir. Desde que tu alma enaltecida se erigió desde lo alto, los ángeles nunca han sido más hermosos. Y aquí me tienes sentado a tus pies, déjame sólo hacer sublime mi vida sencilla, como un laúd de fresno, para que tú la llenes de música.


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