Literatura,
Bhagavad Gita
El gran poema épico, el Mahabharata, nos cuenta en su sexto libro conocido como Bhagavad Gita (El Canto del Señor), una de las enseñanzas más polémicas y extendidas del hinduismo:
Cuando la guerra de Kurukshetra comenzó, Arjuna le declaró a Krishna: «Por favor, coloca mi cuadriga entre las dos formaciones de batalla de modo que pueda ver a los que están sedientos de guerra.» Arjuna avanza en su carro de guerra hacia las tropas enemigas, está dispuesto a exterminar a cuantos enemigos pueda. Arjuna empero, distingue en el campo de batalla a varios amigos y familiares, aquellos mortales que Arjuna siempre había estimado. Arjuna, oprimido por la pesadumbre, se planteó la posibilidad de abandonar el combate, ante lo cual declaró « Mi cuerpo tiembla, mi boca está reseca, mis miembros flaquean, mis cabellos se erizan. El arco se me escurre de la mano y mi mente se tambalea. Me cuesta incluso permanecer en pie. Krishna, yo no busco la victoria sobre mis presentes enemigos. No busco reino ni comodidad. Déjalos atacar. No lanzaré mi arma contra ellos, ¡siquiera por la suprema soberanía de los tres mundos, y mucho menos de la tierra!». Ante la declaración de Arjuna, el auriga que conduce su carro de combate revela su identidad; es el gran dios Krishna, aleccionándole sobre su deber: « ¡No te rindas a la flaqueza! Tu corazón ha sido siempre un perfecto extraño del temor. Esta es una batalla divina, por tanto no temas dar muerte a otros, ni ser matado. La realidad que abarca el universo es la Vida inmortal. El cuerpo es perecedero. El alma, lo real en el hombre. El alma no mata ni es matada. Más allá del nacimiento y la muerte, constante y eterna, está el alma. El conocedor de esta verdad ni extermina ni es exterminado.»
En este relato Krishna le enseña a Arjuna (al hinduismo) que el temor de asesinar —o ser asesinado— es injustificado; en este mundo de apariencias contradictorias y engañosas, lo verdaderamente significativo — Brahmā— no puede ser destruido por la acción humana. A cada humano le atañe actuar como lo que es —en el caso de Arjuna, como guerrero peleando en la batalla de Kurukshetra—. Así, nos encontramos con una de las enseñanzas fundamentales del hinduismo, es decir; el desapego: « Sólo a la acción tienes derecho, y nunca a sus frutos; no dejes que los frutos de la acción sean tu motivo; ni tampoco albergues en ti ningún apego a la inacción […] realiza siempre los trabajos que hay que hacer sin apego, porque el hombre alcanza lo más alto mediante el trabajo sin apego». La doctrina consiste en regirnos como si no lo hiciéramos, en actuar sin que nuestro talante se perturbe por el deseo, el amor, el odio, la esperanza o el temor.
Octavio Paz, gran conocedor de la doctrina hindú, en su libro Vislumbres de la India, nos dice lo siguiente, a propósito del poema Bhagavad Gita: «El desprendimiento de Arjuna, es un acto íntimo, una renuncia a sí mismo y a sus apetitos, un acto de heroísmo espiritual y que, sin embargo, no revela amor al prójimo. Arjuna no salva a nadie excepto a sí mismo, lo menos que se puede decir es que Krishna predica un desinterés sin filantropía.»
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