Estética,

Ética v Estética

octubre 20, 2017 Uchutenshi 0 Comments


Eso que suelen llamar «ética» poco puede hacer en materia de entretenimiento frente a la estética. Esto es, principalmente, porque sabemos a priori cómo deben ser las personas decentes: su disposición deontológica se conduce por máximas, es decir; por preceptos que entendemos antes de conocerlos a ellos. Por el contrario, los bellacos resultan heterogéneos en su contravención e incluso fascinantes. Conocemos tan solo unas pocas maneras de portarnos bien, mientras que las de portarse mal son incontables, de aquí resulta que la ética sea estéticamente soporífera, mientras que la estética sea moralmente sospechosa. Como bien señala Iris Murdoch:

     «El artista no puede representar ni encomiar lo bueno, sino únicamente lo demoníaco, lo fantástico y lo extremo; mientras que la verdad es tranquila, sobria y límitada; el arte es sofistería, en el mejor de los casos una imitación irónica cuya falsa “veracidad” es un astuto enemigo de la virtud».


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Uchutenshi

El chiste que Tyrion nunca termina de contar

agosto 19, 2017 Uchutenshi 0 Comments



Tyrion entra a un burdel con un panal de miel y un burro. La Madame le pregunta:

—¿Qué podemos hacer por ti?

—Necesito una mujer para fornicar, porque la mía me ha dejado.

—¿Por qué te ha dejado? ¿Y cuál es el motivo de traer ese burro y aquel panal de miel?

—Mi mujer encontró al Genio de la botella, y este le concedió tres deseos: el primero consistio en tener una casa apta para una reina, así que le entregó el maldito panal.

La figura apergaminada de mi mujer le valió de cierta fama en Casterly Rock; su mayor anhelo residía en tener el mejor culo de todo Westeros, así que el Genio la gratificó con este estúpido burro.

—¿Y qué hay del último deseo?

—El incipiente pero acelerado apetito sexual que sentía mi mujer produjo el tercer y funesto deseo. Ella le exigió al Genio que mi pene colgase más allá de mi rodilla.

—Bueno, eso no es tan malo, ¿cierto?

—«¡No es tan malo!», dices. Yo solía medir 69 pulgadas.




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Literatura,

Balada del viejo marinero

agosto 18, 2017 Uchutenshi 1 Comments


Coleridge es considerado, junto a Wordsworth, el poeta lakista más destacado, fue un romántico excepcional que contaba con una prosa envidiable la cual solía potenciar cuando escribía bajo los efectos del opio; su poema del viejo marinero aportó una fuerte impronta al género gótico. El poema explora los efectos psicológicos que tiene el relato del marinero sobre sus oyentes y la crisis filosófica del protagonista. El marinero es un arquetipo del vacío, la desesperación y la angustia que sienten algunos hombres respecto a la vida, tiene una carga filosófica muy fuerte y representa los sentimientos e inquietudes del propio Coleridge. El ralato comienza con el marinero asaltando una celebración matrimonial, la presencia del viejo produce rechazo y temor. Nuestro protagonista sin embargo, está condenado a contar su historia:

—¡Miedo me das, Anciano Marinero!
Miedo me da tu mano descarnada;
eres alto, escuálido y curtido
como la arena en ondas de las playas,
¡Miedo me dan tus relucientes ojos!
¡Miedo me da tu renegrida mano descarnada!

—No temas, Invitado, no, no temas: este cuerpo logró no sucumbir a la desgracia. Solo, solo, completa y absolutamente solo: solo sobre un mar más que infinito, sin que ningún santo se apiadara del dolor de mi alma en agonía. Tantos hombres, tantos y tan hermosos, Y todos ellos muertos reposaban mientras miles de seres repugnantes como yo, sin razón alguna vivían. Miré hacia el putrefacto mar, y al instante retiré de nuevo la mirada; miré hacia el puente y la cubierta fantasma donde yacían cientos de muertos. Y miré al cielo e intenté rezar pero en cuanto una plegaria había surgido un susurro maligno vino y me secó no sólo el corazón, también el alma.

Ella era la pesadilla,
la Muerte en Vida,/
que espesa de frío la
sangre del hombre.

Samuel Taylor Coleridge, «Balada del viejo marinero».

Ilustración (20 de 38) de Gustave Doré para la edición de 1876. «I Watched the Water-Snakes».

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Filosofía analítica,

Pseudoproposiciones

abril 15, 2017 Uchutenshi 0 Comments


En el libro «La superación de la metafísica por medio del análisis lógico del lenguaje», Carnap nos explica lo siguiente:

«En stricto sensu una secuencia de palabras carece de sentido cuando, dentro de un lenguaje específico, no constituye una proposición. Un lenguaje consta de un vocabulario (conjunto de palabras que poseen un significado) y de una sintaxis (reglas para la formación de las proposiciones). Las reglas indican cómo se pueden constituir proposiciones a partir de diversas especies de palabras. De acuerdo a estas reglas podemos clasificar los términos en proposiciones con sentido (designan un concepto, tienen referencia) y pseudoproposiciones (no poseen significado, designan nada).»

    En base a esto, podemos distinguir entre dos tipos de pseudoproposiciones:

    1. Enunciados con palabras a las que equívocamente se les asigna significado.

    2. Enunciados con palabras que poseen significado pero son antisintácticos.

    Las proposiciones con sentido tienen una forma proposicional simple, son enunciados del tipo «A es un cuadrado», donde A es una función que puede ser ocupada por una palabra sintáctica (morfemas flexivos).

    Las pseudoproposiciones del punto 1 son enunciados del tipo «yo existo», se forman cuando se hace un mal uso del verbo «ser», que se puede interpretar como el constituyente de un predicado: «ser riguroso», «ser alegre», etcétera, o como sinónimo de existencia. En esta última acepción distinguimos entre la sintaxis gramatical y la sintaxis lógica. La existencia no es un predicado de primer orden, por lo tanto, formar enunciados con el verbo ser y con pronombres cuyo referente no es fijo, da como resultado la formación de sinsentidos: enunciados que no son significativos y por «significativo» entendemos significado empírico o cognoscitivo. Es preciso empero, advertir que no todo enunciado tiene como función proporcionar conocimiento o describir la realidad empírica, el lenguaje puede ser empleado para expresar actitudes o sentimientos, este tipo de lenguaje carece de significación cognoscitiva, pero posee significación emotiva.

    Las pseudoproposiciones del punto 2 son enunciados con significado pero con una disposición errónea donde el conjunto carece de sentido:

    1. Carnap es y
    2. Carnap es un número racional

    En el primer ejemplo podemos advertir el error sintáctico ya que el lugar del predicado lo ocupa una conjunción. El segundo ejemplo es correcto sintácticamente, pero no es verdadero o falso sino absurdo, ya que 1. «número racional» es un predicado no atribuible a una persona. 2. No puede ser afirmado o negado empíricamente.

    Con estos ejemplos no es difícil advertir los sinsentidos de algunas afirmaciones metafísicas, como el que proporciona San Anselmo en el tercer capítulo de su «Proslogion ontológico» para probar la existencia de Dios. El escolástico cae en un equívoco al suponer que el verbo «existir» es un predicado de primer orden.




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BIBLIOGRAFÍA

C. Rudolf. (2009). La superación de la metafísica por medio del análisis lógico del lenguaje. México: Instituto de Investigaciones Filosóficas.

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Filosofía analítica,

Introducción a la teoría de conjuntos

abril 08, 2017 Uchutenshi 0 Comments


A finales del siglo XIX, el matemático ruso George Cantor (1845-1918) trató de unificar los distintos campos de las matemáticas por medio de la noción de conjunto, que podemos describir sencillamente como una colección de objetos con una propiedad en común. Si bien la teoría de conjuntos trata sobre cualquier tipo de colección, los conjuntos que nos atañen son los conjuntos de números: v. gr., el conjunto de todos los enteros de 1 a 100 o el de todos los números reales. Los objetos pertenecientes a un conjunto son sus miembros. Si C es un conjunto y x es uno de sus miembros, entonces x ∈ C (x pertenece a C). Es posible definir un conjunto listando todos sus miembros y escribiéndolos entre llaves representadas por { }. V. gr., el conjunto de los cinco primeros enteros positivos pares es {2, 4, 6, 8, 10}. El conjunto, en este caso, es finito. El conocimiento conjunto de todos los posibles enteros se indica por {1, 2, 3, ...}, donde los puntos suspensivos significan que la lista prosigue indefinidamente. Dado un conjunto finito A, el número de sus miembros es cardinalidad de A, que se representa por n(A). El conjunto que carece de elementos se llama conjunto vacío y se representa por ∅. En tal caso n(∅) = 0: la cardinalidad del conjunto vacío es igual a cero.

    Es posible definir varias relaciones entre conjuntos; dados dos conjuntos A y B, se dice que B es un subconjunto de A si todos los miembros de B lo son de A. Se dice también que B está incluido en A (B ⊆ A)  o que A incluye a B. Estas definiciones nos conducen a un cierto número de resultados generales:

    1. Dado un conjunto A cualquiera, entonces A ⊆ A y ∅ ⊆ A: A es subconjunto de sí mismo y el conjunto vacío es un subconjunto de cualquier conjunto.

    2. Dos conjuntos A y B son iguales (A = B) si los miembros de ambos conjuntos son exactamente los mismos. Una condición necesaria y suficiente para que así sea es que se cumpla a la vez A ⊆ B y B ⊆ A.

    3. Dados tres conjuntos A, B y C,  entonces C ⊆ A sí C ⊆ B y B ⊆ A (C es un subconjunto de A sí C es un subconjunto de B y B lo es de A).

    De lo anterior se sigue que A puede ser un subconjunto de sí mismo. Si B es subconjunto de A (B ⊆ A) y existe al menos un miembro de A que no pertenece a B, entonces B es un subconjunto propio de A (B ⊂ A). El subconjunto propio es lo que normalmente se entiende por subconjunto en el lenguaje corriente: una parte del conjunto pero no todo él. Si B es un subconjunto propio de A, B no puede ser igual a A.

    Cuando se considera una colección de objetos dividida en varios conjuntos (algunos de los cuales pueden tener miembros en común), es útil introducir el concepto de conjunto universal, representado por E, que contiene todos los objetos primitivos. Todos los conjuntos considerados, por lo tanto, son subconjuntos del conjunto universal. Una manera general de definir un conjunto consiste en decir que sus miembros son elementos del conjunto universal que satisfacen cierta propiedad (o propiedades). v. gr., el conjunto de los enteros positivos puede escribirse así: {x; x ∈ Z y x > 0}, lo qué significa «el conjunto de aquellos x que pertenecen a Z y son mayores que 0». Z denota el conjunto de todos los enteros, que es el conjunto universal de nuestro ejemplo.

    Dados dos conjuntos A y B, ambos subconjuntos del conjunto universal, se llama intersección de A y B, representada por A ∩ B, al conjunto de todos aquellos objetos que pertenecen a la vez a A y a B. Dados dos subconjuntos A y B, ambos subconjuntos del conjunto universal, se llama reunión de A y B, representada por A ∪ B, al conjunto de todos aquellos objetos que pertenecen a A o a B (o a A ∩ B).

    Es preciso señalar que dos conjuntos A y B son disjuntos si A ∩ B = ∅. Dados dos conjuntos A y B, ambos subconjuntos del conjunto universal, se llama conjunto diferencia entre A y B, que se representa por A/B o A - B, al conjunto de los miembros de A que no son miembros de B. Si B, es un subconjunto de A, la diferencia se llama complemento de B respecto de A. Dado un subconjunto A del conjunto universal, su complemento respecto a él se representa por A’. Las relaciones entre subconjuntos del conjunto universal pueden ilustrarse mediante diagramas de Venn



La paradoja de Russell.


El filósofo y matemático Bertrand Russell advirtió en 1901 que el conjunto §, definido como «el conjunto de todos los conjuntos que no pertenecen a sí mismos» da lugar a una paradoja. Si § pertenece a sí mismo, entonces, por definición, no puede pertenecer a sí mismo y viceversa. Una paradoja similar es la conocida paradoja del barbero que se da en los siguientes términos:
  En un lejano poblado de un antiguo emirato, vivía un barbero llamado As-Samet; diestro en afeitar cabezas y barbas, maestro en escamondar pies y poner sanguijuelas. Cierto día, el emir advirtió la falta de barberos en el emirato, por lo cual ordenó que los barberos unicamente afeitaran a aquellas personas que no pudiesen hacerlo por sí mismas. El barbero As-Samet se presentó ante el emir para afeitarlo, y este le contó sus angustias:

   —En mi pueblo soy el único barbero. No puedo afeitar al barbero de mi pueblo, ¡que soy yo!, ya que si lo hago, puedo afeitarme a mí mismo, por lo tanto ¡no debería afeitarme! pero, si por el contrario, no me afeito, entonces algún barbero debería afeitarme, ¡pero yo soy el único barbero de allí!

   El emir pensó que sus pensamientos eran tan profundos, que lo premió con la mano de la más virtuosa de sus hijas. Así, el barbero As-Samet vivió feliz por siempre.

  Ahora, supongamos que existe un conjunto cuyos elementos son todos los conjuntos normales (conjunto que no se contiene a sí mismo), será el conjunto Ň. Si Ň es normal, pertenecerá a sí mismo, Ň; por ser Ň el conjunto de todos los conjuntos normales. El conjunto Ň, empero, al ser normal, no puede contenerse a sí mismo como elemento, por lo que Ň no puede pertenecer a Ň. Si por el contrario Ň es singular (conjunto que se contiene a sí mismo), Ň no pertenece a Ň. En este supuesto, Ň no es un elemento de sí mismo, es decir, Ň cumple la definición de conjunto normal, y por tanto Ň es normal, es decir, Ň pertenece a Ň, por lo cual, si Ň pertenece a Ň, podemos demostrar que Ň no pertenece a Ň, y viceversa.

  Es decir, Ň es un elemento de Ň si y sólo si Ň no es un elemento de Ň, lo cual es claramente absurdo.



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BIBLIOGRAFÍA:

Manuel López Mateos, Los Conjuntos (1978), México D.F.: Publicaciones del Departamento de Matemáticas, Facultad de Ciencias, UNAM.

Seymour Lipschutz, Seymour, Teoría de conjuntos y temas afines (1991), EE. UU. New York: McGraw-Hill.

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Filosofía analítica

Charles S. Peirce, Los signos y sus objetos.

marzo 03, 2017 Uchutenshi 0 Comments



2.230. La palabra Signo se utilizará para denotar un Objeto perceptible, o solamente imaginable, o incluso inimaginable en un sentido, ya que la palabra "rosa" que es un Signo, no es imaginable, puesto que esta palabra no es en sí misma la que puede colocarse en papel o pronunciarse, sino solamente un caso de ella, y puesto que es la misma palabra cuando se escribe o cuando se pronuncia pero es una palabra cuando significa "flor" y otra muy distinta cuando significa "color" y otra tercera cuando se refiere a un nombre propio de mujer. Pero para que algo sea un Signo debe "representar", como decimos, algo distinto llamado su Objeto, aunque la condición de que un signo sea algo distinto de su Objeto es tal vez arbitraria puesto que si insistimos en ello debemos, al menos, hacer una excepción en el caso de un Signo que es una parte de un Signo. En consecuencia, nada impide a un actor que representa un personaje en un drama histórico llevar como una "propiedad" teatral la reliquia misma que ese objeto, supuestamente, debe meramente representar, tal como el crucifijo que el Richelieu de Bulwer, en su desafío, levanta con esa finalidad. En un mapa de una isla colocado sobre la tierra de esa isla debe haber, en todas las circunstancias ordinarias, alguna posición, un punto, marcado o no, que representa qua lugar en el mapa, el mismo punto del qua lugar en la isla. Un signo puede tener más de un Objeto. Por lo tanto, la oración "Caín mató a Abel", que es un Signo, se refiere, como mínimo, tanto a Abel como a Caín, aun cuando no se tome como debiera, es decir teniendo "asesinato" como un tercer Objeto. Pero el conjunto de objetos se puede tomar como componiendo un Objeto complejo. En lo que sigue, y con frecuencia en otros lugares, los Signos serán tratados como teniendo un solo objeto cada uno para eliminar las dificultades de su estudio. Si un Signo es otro distinto de su Objeto, debe existir, ya sea en pensamiento o expresión, alguna explicación o argumento, u otro contexto, que muestre cómo, en qué sistema o por qué razón el Signo representa el Objeto o conjunto de Objetos que representa. Ahora bien, el Signo y la Explicación juntos componen otro Signo, y puesto que la explicación será un Signo, probablemente requerirá una explicación adicional, que tomada junto con el Signo ya ampliado compondrán un Signo aún más amplio; y procediendo de la misma manera, debemos o debiéramos finalmente llegar a un Signo de sí mismo que contiene su propia explicación y todas aquellas de sus partes significativas, y de acuerdo con esta explicación cada parte tal tiene otra parte como su Objeto. De acuerdo con esto, cada Signo tiene actual o virtualmente, lo que podríamos llamar un Precepto explicativo según el cual este se puede entender como un tipo de emanación, por decirlo así, de su Objeto. (Si el Signo es un Icono, un escolástico podría decir que la 'especie' del Objeto que emana de él encuentra su materia en el Icono. Si el signo es un Índice, podríamos pensarlo como un fragmento arrancado del Objeto, los dos en su Existencia siendo un todo o una parte de ese todo. Si el Signo es un Símbolo, podríamos pensarlo como incorporando la "ratio" o razón del Objeto que ha emanado de él. Estas son, claro está, meras figuras del lenguaje, pero eso no las hace inútiles).

    2.231. El signo solo puede representar al Objeto y hablar de él. No puede ofrecer una relación con o un reconocimiento del tal Objeto; eso es lo que se entiende en este volumen por Objeto de un Signo; es decir, aquello con lo cual éste presupone un conocimiento para poder proporcionar alguna información adicional que le concierne. No hay duda de que habrá lectores que dirán que no pueden comprender esto. Ellos piensan que un Signo no tiene que relacionarse con algo de otro modo conocido y no le ven ni pies ni cabeza a la afirmación de que cada Signo debe relacionarse con tal Objeto. Pero si hubiese algo que proporcione información y aun así no tenga ninguna relación en absoluto ni referencia a cosa alguna con la que la persona a quien proporciona información tenga, cuando ella comprenda esa información, el más mínimo conocimiento, directo o indirecto -y será un tipo de información muy extraña- el vehículo de tal tipo de información no se llama, en este volumen, Signo.

    2.232. Dos hombres están parados en una playa mirando hacia el mar. Uno le dice al otro: "Aquel barco no tiene carga, sólo pasajeros". Ahora bien, si el otro por sí mismo no ve el barco, la primera información que extrae del comentario tiene como su Objeto la parte del océano que sí ve, y le informa que una persona con ojos más agudos que los propios, o más entrenado para buscar tales cosas, puede ver un barco allí; y entonces, al haber sido introducido tal barco en su conocimiento, él está preparado para recibir la información referida a que el barco lleva exclusivamente pasajeros. Pero la frase en su totalidad no tiene, para la persona supuesta, ningún otro Objeto distinto a aquel sobre el cual ya tiene algún conocimiento. Los Objetos -puesto que un Signo puede tener varios- puede cada uno ser una única cosa existente conocida o algo que se cree haber existido con anterioridad o que se espera que exista, o una colección de tales cosas, o una cualidad conocida, o una relación o un dato, cuyo único Objeto puede ser una colección o una totalidad de partes, o puede tener otro modo de ser, tal como un acto permitido cuya existencia no impide que su negación sea igualmente permitida, o algo de naturaleza general deseado, requerido, o invariablemente encontrado bajo ciertas circunstancias generales.




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Notas y referencias

http://plato.stanford.edu/entries/peirce-semiotics/

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